La dirección del Santander va a poner todo su esfuerzo para alcanzar los objetivos anunciados por la presidenta, Ana Botín, el pasado otoño para los próximos tres años. La entidad ha decidido extremar el control sobre la red de comerciales con el propósito de último de poder alcanzar la rentabilidad de entre el 13 y 14% prometida a los inversores. En la actualidad, este parámetro se encuentra en torno al 11,5%.
De esta manera, ha comenzado a dar instrucciones comerciales precisas a los comerciales de la entidad para que se logre dicho objetivo, según fuentes sindicales. Este aumento del control, eso sí, no supondrá un cambio periódico en el catálogo de servicios y sus precios, sino planteará actuaciones específicas a cada sucursal o cada empleado para que, por ejemplo, se dirija a un colectivo concreto de clientes o potencie la venta de determinados productos.
La palanca principal del plan estratégico es, además de la digitalización para ahorrar costes operativos, es la vinculación de los usuarios. La intención del grupo cántabro es incrementar de 13 a 18,5 millones el número de clientes vinculados para mejorar los ingresos en 3.000 millones en 2018 con respecto a 2015.
Plan comercial
Pero, en el plan comercial para el presente ejercicio la dirección del Santander no sólo va a extremar el control sobre su plantilla, sino que va a aligerar los procesos y va a racionalizar los procesos para poder aumentar las ventas lo máximo posible. Así, se ha comprometido con los trabajadores a eliminar toda la burocracia que no tenga sentido y que penalice la labor de la plantilla.
La rentabilidad se ha convertido en el indicador clave para determinar si un grupo financiero puede llegar a sobrevivir en un futuro próximo o si, por el contrario, tenga que emprender una integración. El mercado da por hecho que a finales de año habrá una nueva oleada de fusiones, en la que participarán como protagonista la banca mediana.
