
La financiación mensual roza los 2.000 millones, frente a los 17.100 millones previos a la crisis. El precio de las hipotecas cae a mínimos por el interés del sector en prestar y ganar rentabilidad.
La recuperación de la economía y la imperiosa necesidad para la banca de empujar su famélica rentabilidad ha devuelto las ofertas hipotecarias a los escaparates. La nueva contratación progresa a ritmos interanuales próximos al 20 por ciento, pero los recursos facilitados distan mucho de ser suficientes para empujar rápido los márgenes cuando continúan siendo apenas un 11 por ciento del dinero prestado en pleno boom inmobiliario.
Con los nuevos créditos para compra de pisos y casas firmados el pasado marzo la banca entregó 2.020 millones de euros, financiación un 88,22 por ciento inferior a la otorgada en idéntico mes de 2007. En aquel ejercicio, el último antes del estallido de la burbuja subprime americana que arrastró a medio mundo a la recesión, en España se concedieron 1,23 millones de hipotecas por un importe total de 184.427 millones. Pero en 2014 y a pesar de que este crédito dobló la esquina en su desplome y volvió a repuntar, las entidades solo dieron 20.728 millones en 202.954 operaciones.
Un boom no repetible
Es unánime el diagnóstico entre los banqueros de que aquella actividad, donde el frenesí por prestar, a veces sin el rigor necesario, aún lastra con provisiones y morosidad; es irrecuperable. La convicción de que la revalorización del ladrillo era imparable abonó su compra y la sensación de riqueza infló el mercado de la segunda vivienda. La caída posterior es a plomo. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en Baleares se firmaron 5.925 hipotecas el pasado año frente a 35.025 en 2007. En ese lapsus de tiempo el número de operaciones se hunde de 254.771 a 36.860 en Andalucía, de 179.062 a 22.040 en Valencia o de 60.921 a 9.091 en Canarias.
Pero la banca necesita prestar. Los inversores esperan rentabilidades del 10-12 por ciento sobre recursos propios (Roe) cuando en las entidades españolas roza el 5 por ciento de media y en algunas de las grandes no llega al 3. El sector se las ha ingeniado para vadear los apuros de la recesión con otras palancas que ya presentan síntomas de agotamiento. Cuando el esfuerzo de saneamiento del ladrillo acuciaba se abonaron al carry trade para generar resultados extraordinarios -tomar dinero barato del BCE y rentabilizarlo acopiando deuda pública emitida a intereses récord, difícilmente repetibles-. En los últimos trimestres, la principal hucha ha sido los depósitos bancarios.
La rentabilidad media aplicada a este producto por el conjunto de bancos, cajas y cooperativas sufrió un ajuste del 1,249 al 1,577 por ciento el pasado año. Se ahorraron 9.400 millones abaratando el producto.
Un respiro que permitió contrarrestar de alguna forma la aminoración de negocio crediticio sufrido por la banca, al cerrar el grifo de financiación mientras que hogares y empresas amortizaban deuda. Entre 2010 y 2014 el ratio de endeudamiento de las familias se ha reducido en el equivalente a un 13,5 por ciento del PIB y la tasa alcanza el 27 en el caso de las empresas.
La menor cartera -el stock financiado está en cotas de 2006- y el escenario de tipos casi a cero, que viene para quedarse, ha hecho perder a la industria más de la mitad de sus ingresos por créditos en España. En este escenario la estrategia es atraer nuevos clientes a los que dar préstamos para compensar con mayor volumen y la venta cruzada de productos generadores de comisiones el estrecho margen que dejan los tipos. La teoría carece, sin embargo, del respaldo de una elevada demanda, algo que ha hecho anidar una guerra, con ofertas a la baja, que desata nuevas alarmas.
Demanda irrecuperable
El presidente de BBVA, Francisco González, fue el primero en alertas sobre el retorno de malas prácticas en concesión y su homólogo en Sabadell, Josep Oliu, denunció que algunas entidades comercializan hipotecas "a pérdidas", mientras otros ejecutivos de Caixabank avisaron sobre el riesgo de profundizar en esa ofensiva. La política de sacrificar rentabilidad ha hundido a mínimos históricos la rentabilidad del negocio sin que la venta cruzada o el volumen financiado empuje lo suficiente. En apenas un año, el precio del crédito se ha abaratado un 25 por ciento y la tendencia continúa. Según las estadísticas del Banco de España, la cartera hipotecaria rentaba un mínimo histórico del 1,79 por ciento en abril pasado frente al 2,13 por ciento de doce meses atrás.
Los bancos se pelean por la escasa demanda solvente. A medida que la reactivación económica cale en el ánimo del ciudadano es esperable mayor solicitud, aunque recuperar un gran caudal es complicado cuando depende de una recuperación robusta del empleo entre los jóvenes y con salarios mejores, al ser el colectivo que demanda un mayor número de hipotecas. En contra juega la misma pirámide poblacional, al haber quedado atrás las generaciones del baby boom.