Banca y finanzas

El nuevo crédito a familias supera hasta noviembre el concedido en todo 2013

  • El préstamo a hogares excede un 7% al conjunto del año previo
Foto: Archivo

Han tenido que transcurrir siete años para que el crédito vuelva a fluir de forma clara. Los niveles de concesión aumentaron el pasado ejercicio en ciertos segmentos de negocio y clientela, lo que no ocurría desde 2008. La paradoja es que la inflexión ha llegado antes al dinero prestado a familias, a pesar de que el foco prioritario de la banca eran las pymes, sobre todo aquellas con vocación internacional, porque atender sus necesidades deja mejores márgenes de negocio.

La disposición de nueva financiación a familias rebasó ya el pasado mes de noviembre al conjunto de 2013, lo que garantiza un avance anual insólito desde que su grifo se cerró de forma abrupta con el estallido de la crisis. Según las estadísticas del Banco de España, los hogares recibieron 47.275 millones de euros en dinero fresco en los primeros once meses, cuantía que excede en un 7,1 por ciento a todo el ejercicio previo y en el 19 por ciento al periodo comparable -la concesión sumó 39.711 millones de enero a noviembre del año anterior-.

Empuje de compras a plazo

Gran parte del empuje llega de la mano de la reactivación de las compras a plazos. El crédito al consumo fue el primero en despertar en el verano de 2013 y el avance va a más, dado que ha saltado de expansiones interanuales del 15-20% a subir el 43% entre octubre de 2013 y octubre pasado, y más del 80 por ciento en la comparativa interanual de noviembre. La nueva producción hipotecaria remonta a ritmos del 22% y el 32% en iguales periodos.

A tenor de las estadísticas del organismo supervisor, 2013 será el último también de decrementos para los préstamos a empresas por importes inferiores al millón de euros, normalmente asociados a las pymes. Entre enero y noviembre las sociedades habían obtenido 120.917 millones de euros por esta vía, importe un 9,59% superior al periodo comprable. Se queda además a unos escasos 1.013 millones o un casi testimonial 0,83% de batir la nueva producción conjunta del ejercicio anterior, lo que a buen seguro ocurrirá en diciembre.

Pero si para las pequeñas y medianas empresas la reactivación es palpable, no ocurre lo mismo para las corporaciones de mayor tamaño. El importe de las nuevas operaciones en volúmenes superiores al millón de euros caía en noviembre a un ritmo del 20% internual, lastre que arrastra el saldo global conjunto, de familias y sociedades, un 7,35%. La razón es de oportunidad. Según el Banco de España, estas empresas han aprovechado la mejoría de la prima de riesgo para emitir deuda a costes históricamente bajos, y diversificar o ir desenganchándose del préstamo bancario como única fuente de financiación.

No se puede, en todo caso, echar las campanas al vuelo. La recesión, la elevada mortandad de empresas, la morosidad y la retracción del consumo ha dejado el crédito en cuantías mínimas. Aun con el repunte, la concesión hipotecaria supone una quinta parte de los 87.093 millones facilitados en 2008, las pymes han accedido a un tercio de los 356.775 millones de entonces y el préstamo a grandes empresas se ha desplomado en un 70%.

El nuevo dinero resulta insuficiente para compensar las amortizaciones, de forma que la cartera de negocio sigue cayendo. El stock hipotecario retrocede un 4,4% frente a noviembre de 2013, el 5,55% en crédito al consumo, y el 12,89% en el conjunto de empresas. El proceso de desapalancamiento de las sociedades y hogares ha permitido reducir su deuda en 462.095 millones desde máximos, siendo la mayor parte crédito bancario -el endeudamiento conjunto minora desde 2,17 billones a 1,71 billones desde que estalló la crisis-.

Dos años y medio después del rescate y una vez superadas con nota las pruebas de esfuerzo del Banco Central Europeo (BCE), a la banca le interesa frenar dicho proceso y prestar para mejorar su exigua rentabilidad. Hoy día sólo el ahorro en depósitos, tras sofocarse la guerra del pasivo, y el alivio en provisiones, compensa la caída de ingresos. Por eso ha engrasado la maquinaria y la batalla por prestar apenas ha arrancado. Se exigen aún grandes garantías, y en productos como hipotecas restringen sus ofertas a clientes con altas rentas y condicionadas a una vinculación alta.

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