Banca y finanzas

El 'banco malo', la casa de los líos de Belén Romana

Belén Romana, presidenta de la Sareb. Imagen: Archivo.

El Gobierno puso en marcha el banco malo o Sareb con los activos tóxicos de las entidades que han recibido ayudas públicas a finales de 2012. La compañía, fundamental para el saneamiento del sector financiero, se ha convertido una auténtica casa de los líos. La improvisación, los cambios en su política estratégica, las disputas internas y la politización han sido la pauta de su día a día, que han terminado con la salida de su número dos, Walter de Luna, que se hizo efectiva este miércoles.

Su presidenta, Belén Romana, no sabido hasta el momento calmar las aguas dentro de la sociedad ni tampoco terminar con las dudas generadas por las autoridades internacionales, los expertos y los inversores. Sin experiencia cogió las riendas de una de las mayores inmobiliarias de Europa, a petición de su amigo Luis de Guindos. El ministro ya quiso colocarla en el BCE y al frente de la CNMV tras llegar al poder, pero no pudo.

En este año, sus decisiones, cambiantes en todo momento, buscan principalmente una buena imagen pública y réditos más bien políticos. No una gestión positiva. Para muestra, un hecho que ocurrió a finales de octubre. Romana decidió anular su presencia en una comida con fondos de inversión organizada por la feria inmobiliaria Meeting Point de Barcelona, hecho que obligó al propio ministro a regresar a toda prisa del extranjero para no evitar tal desplante a la organización y a este tipo de inversores, vitales para el buen funcionamiento de la Sareb, según fuentes de toda solvencia.

Círculo Ecuestre

¿Por qué suspendió este encuentro? Tenía que ofrecer una conferencia en el Círculo Ecuestre de Barcelona, uno de los clubes sociales más influyentes de España.

Entonces, los fondos ya habían empezado a mostrar un interés creciente por adquirir activos en nuestro país y la Sareb iba camino de incumplir sus objetivos de ventas previstas para 2013.

De hecho, una de las causas que ha provocado más discusiones en el seno del banco malo ha sido la política de comercialización de inmuebles y créditos al promotor. A los pocos meses de llegar a la presidencia modificó los planes para intensificar las ventas y provocó el primer cisma con los bancos sanos (principales accionistas con un 55% del capital) y con parte de la cúpula de la Sareb, entre ellos Walter de Luna. Priorizó la comercialización a precios bajos a la rentabilidad. Para ello, eliminó la exigencia de ganar al menos un 25% por cada activo para llevar a cabo las desinversiones.

Este giro estratégico se ha ido profundizando con el descenso progresivo de los precios. En diciembre, por ejemplo, lanzó a través de Novagalicia una campaña por la que ofrecía tres pisos al coste de dos.

Su número dos, contrario a esta política, y defensor de una más lenta pero más rentable gestión, ha decidido abandonar la dirección general por las constantes discrepancias. No ha sido el único. Miguel Garicano fue el primero en dejar su puesto de director de procesos. Lo hizo el pasado verano. Y dos consejeros independientes, Javier Trillo y Celestino Pardo, dimitieron ante el poder tan personalísimo de Romana.

Las advertencias de la troika

Los frutos dados por el cambio estratégico están en entredicho. Mientras la Sareb y el ministro Guindos defienden que finalmente se han superado los objetivos de ventas al deshacerse de 9.000 inmuebles, el miércoles la troika (BCE y Comisión Europea) desmintió este pronóstico. En su informe sobre la situación de la banca española, advertían sobre la situación de la Sareb al haber desinvertido "menos de los estimado" en 2013 y pedía al Gobierno que extremara su vigilancia sobre su actividad con el objetivo de "minimizar el coste para los contribuyentes".

El Estado inyectó 2.500 millones en el banco malo y ostenta un 45 por ciento de su capital. La compañía presentará pérdidas, previsiblemente superiores a las proyectadas en su plan de negocio reformulado.

Además, en algunas de sus desinversiones mantiene un riesgo por la decisión de crear vehículos conjuntos con los compradores a través de los denominados Fondos de Activos Bancarios (FAB).

Todas estas disputas, cambios, desplantes e incertidumbres están envueltos de una falta de transparencia absoluta, a pesar de ser una compañía que ha recibido fondos públicas y que ha servido para sanear las entidades en manos del Estado y aquellas que han necesitado ayudas para sobrevivir.

La Sareb no ha publicado los sueldos de sus ejecutivos, ni alguna de las dimisiones producidas ni el precio al que vende sus inmuebles. Ni mucho menos si lo hace con pérdidas o ganancias. Lo único que se conoce es que la retribución máxima para el personal del banco malo es de 500.000 euros al año, similar al de los máximos responsables de los bancos respaldados con el dinero de los contribuyentes.

Desde la Sareb defienden que no se hagan públicos los precios a los que venden para no dar pistas a la competencia, ya que su objetivo no es romper el mercado inmobiliario en nuestro país. Los bancos temían en un principio que la puesta en marcha de esta sociedad iba a suponer un freno en la venta de su stock de viviendas. Los hechos, de momento, no les dan la razón. Está por ver si la llegada de un nuevo director general da la vuelta a situación, consigue deshacerse de más activos y a mejor precio y termina con la división interna de la compañía. Su fichaje se prevé para las próximas semanas.

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