
La banca española ha recompuesto su cartera de deuda pública nacional hasta cotas desconocidas desde 2015 y con una voracidad que no se había dado nunca, de acuerdo a los registros del Tesoro. A finales de julio, amasaban títulos emitidos por el organismo por valor de 182.979 millones de euros, volumen un 8,65% superior al porfolio construido hasta finales de 2023 y que excede en casi un 31% los 140.107 millones de 2021, cuando el euríbor marcaba sus mínimos históricos en el -0,502%.
El gran incentivo para reforzar la apuesta inversora llegó, precisamente, con la escarpada subida de tipos por parte del Banco Central Europeo (BCE), que devolvió al soberano unas rentabilidades impensables durante años como activo a invertir. Pero el cambio de sesgo en la política monetaria, lejos de frenar ese ejercicio, añade el nuevo argumento de aprovechar los mejores rendimientos para consolidar el porfolio con vistas a compensar a futuro el deterioro que tendrá sobre el margen financiero la caída del euríbor por el repliegue de los tipos de interés.
La llamada cartera Coap o Alco son posiciones que mantienen las entidades en bonos, principalmente deuda soberana y de los diferentes países donde operan, como herramienta para gestionar los riesgos de liquidez y de tipos del balance, y adicionalmente contribuir a resultados. El cupón del título supone un ingreso directo, con la posibilidad de realizar también ganancias en su desinversión en el momento adecuado.
Hay que remontarse casi una década atrás para encontrar una inversión superior en deuda del Tesoro español, con los 199.962 millones que acopiaba en 2015 y el récord histórico de 224.455 millones que había marcado en 2014. Desde entonces, las entidades habían deshecho posiciones, precisamente, por la necesidad de realizar plusvalías para acometer provisiones sobre activos improductivos y reforzar la cuenta. Desde ese pico y el suelo de 2021, el porfolio experimentó un "adelgazamiento" superior a los 84.340 millones en términos netos, al ser las inversiones inferiores a la venta de títulos y a la propia amortización de posiciones por vencimiento de los valores.
El BCE escala los tipos desde el 0% al 4,5% y abre la oportunidad, sobre todo, en las letras del Tesoro. La rentabilidad de estos valores pasó desde el -0,559% de rentabilidad media para los valores en circulación que existía en 2021 al pico del 3,567% en mayo pasado, según la estimación media que ofrece el organismo en sus boletines para la deuda en circulación. La ocasión empuja a la banca a engordar su posición en estos valores desde 8.069 millones hasta 15.891 millones en febrero pasado, cuando empieza a reducirse de nuevo por resultar inferiores sus nuevas apuestas a la amortización natural de la deuda.
Repliegue en las letras
El refuerzo se centra en bonos y obligaciones, títulos con una vida superior para contribuir a la cuenta. Esta exposición sube desde 130.027 millones en 2021 a los 173.448 millones contabilizados a finales de julio y sin que se haya visto, hasta ahora, una inflexión a la baja como sí acusa ya la cartera de letras. Tomando esa misma referencia temporal, la rentabilidad media de los bonos ha escalado desde el testimonial 0,003% de 2021 a un 1,634% en septiembre -última cifra disponible para este parámetro- y en las obligaciones del 2,225% al 2,272%, sin que aún haya registrado tampoco un descenso en la rentabilidad media de los valores en circulación, aunque sí ha comenzado a llegar en las nuevas colocaciones de deuda.
Con todo, las entidades controlan un 13,33% del volumen emitido en bonos y obligaciones por el Tesoro, aún muy lejos del 25-30% que acumulaban antes de la crisis financiera y muy en línea con la presencia que han tenido en los últimos años. En letras, en cambio, copan el 9,34%, pero llegaron a tener en cartera casi el 22% en algún momento en estos dos últimos años.
El refuerzo, facilitado por la elevada liquidez del sector y la atonía del crédito hasta el año pasado, ha ido además en paralelo a la toma de posiciones en deuda de otros países. Los bancos de mayor dimensión construyen su porfolio y la cartera Alco con títulos de las diferentes geografías donde operan para cumplir con su función de ayudar a gestionar los diferentes escenarios de tipos. A finales de 2023, la deuda pública nacional representaba alrededor del 38% de posición conjunta de Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell y Bankinter, cuyo porfolio en soberano nacional rozaba los 445.700 millones de euros, con un incremento ya del 23% en comparación con el que tenían un año atrás. Las entidades desglosan estas posiciones con una cadencia anual, en sus informes financieros del ejercicio correspondiente. Por entidades, CaixaBank lideraba la posición con títulos soberanos españoles (72.000 millones), seguida por Santander (42.800 millones), BBVA (26.000 millones), Sabadell (15.700 millones) y Bankinter, con cerca de 5.900 millones.
Un informe de Barclays auguraba en 2022 la tendencia, con una previsión de aumento del 20% en los volúmenes en cartera que ha resultado finalmente superior y con el pronóstico que ayudaría a mejorar un 2% el margen de intereses.
Particulares y empresas copan 37.400 millones
Las atractivas rentabilidades ofertadas por el Tesoro, que ha llegado a colocar Letras por encima del 4%, ha despertado el apetito de todo tipo de inversores. En julio, las familias tenían 30.105 millones en deuda pública, equivalente al 2,19% de los títulos en circulación; y las empresas 7.358 millones, otro 0,54%. En 2021 su posición se limitaba a 1.007 y 786 millones respectivamente. Se ha colado como una apuesta clara también ante la ausencia de una oferta masiva de depósitos bancarios retribuidos. El mayor propietario de deuda nacional continúa siendo el inversor internacional, con el 43,95% del total (591.040 millones de euros); seguido por el Banco de España que todavía copa un 28,5% (386.407 millones), pese al repliegue progresivo del programa de recompras del BCE.