
La picaresca y el interés en sacar tajada a través de los seguros ha duplicado el fraude detectado por el sector en España en la última década. En la actualidad, casi dos de cada 100 siniestros reportados (el 1,95%) esconden algún tipo de engaño, frente al 0,95% que representaban en 2012, según el Mapa del fraude que elabora cada año AXA en base a sus propios hallazgos.
Los engaños van desde el reporte de un daño superior al causado, por ejemplo, en una colisión de tráfico o declarar desperfectos en la vivienda anteriores a sufrir una fuga de agua a una criminalidad organizada, incluso con profesionales conocedores de la tramitación de los siniestros para sacar altos réditos.
"Hemos tenido algún caso un poco dramático, como la amputación de un dedo para lograr la indemnización", desveló el director de siniestros de AXA España, Arturo López-Linares durante la presentación del estudio.
Estas prácticas delictivas no han dejado de crecer desde que AXA comenzó su análisis hace una década, con un repunte especialmente significativo en 2020, coincidiendo con la pandemia del Covid-19 y el confinamiento.
Su sofisticación, con el uso y abuso de los delincuentes de técnicas digitales, ha ido paralelo a la mayor pericia de las compañías para detectar las estafas y una inversión en tecnología que hoy le permite descubrir el 17% de los engaños con reglas automáticas, cuando en 2012 el 97% de los casos se descubrían de forma manual.
Con este esfuerzo, AXA pudo detectar y evitar pagos indemnizatorios fraudulentos por valor de 78,6 millones el pasado año, superior a los 71,3 millones del año previo y los 62 millones de diez años atrás.
Autos es el "rey"
El seguro de automóviles continúa siendo "el rey", con la mitad de los engaños descubiertos, mientras que en el ramo de multirriesgos (hogar, comercio o comunidades) su porcentaje se ha duplicado, pasando del 7% al 13%.
Para que se considere fraude tiene que mediar un interés claro en sacar provecho de la póliza. Cuando se aprovecha un siniestro real para "colar" daños preexistentes se considera como engaño ocasional.
Suponen el 50% de los casos y acarrean un coste de alrededor de 600 euros. "Por ejemplo, me dan un golpe en el coche e intento meter los daños que ya tenía o tengo una gotera porque mi baño no está bien sellado y hago lo mismo, con ocasión de lluvias torrenciales", ilustra el responsable de AXA.
Otro 41% ocurre con premeditación y planificación para obtener un beneficio económico aprovechando un daño real o ficticio. Estos casos tienen un coste medio de 3.000 a 4.000 euros. El último 3% corresponde al daño ocasionado por tramas organizadas, cuyos "golpes" son por cuantías muy superiores y que trabajan para beneficiarse de forma industrial del seguro.
En sus organizaciones, con frecuencia, cuentan con profesionales familiarizados con la tramitación de siniestros.
"Vamos a seguir trabajando porque creemos que luchar contra el fraude es luchar contra el cliente deshonesto", afirmó el responsable de siniestros de AXA, en la medida que los timos o engaños son costes que, si no se detectan y denuncian, acaban perjudicando al cliente honesto dado que los riesgos se mutualizan y ese coste ilegal se traslada al precio de las pólizas.
Por regiones, Ceuta y Melilla se mantienen como las regiones con mayor incidencia y con tasas que superan los dos dígitos (del 12,57 y 18,40%, respectivamente). En el lado opuesto de la tabla figuran Madrid, Cataluña y País Vasco, con las menores tasas en la última década.