Editorial
El FMI se dirigió ayer a España en un tono semejante al exhibido por Bruselas en mayo. No es casual que ambos elogien el crecimiento récord en este año (del 3,1% según la última estimación del Fondo) y, al mismo tiempo, alerten de los costes que tendrá una parálisis de las reformas. El riesgo es real en la medida en que el Gobierno, ante las elecciones generales, aprovecha la mejora económica para relajar su acción.