El murmullo del patio de butacas se detiene cuando las luces se apagan. Todo queda sumido en la oscuridad, salvo por un pequeño foco que alumbra el centro del escenario. De los altavoces comienza a surgir una voz masculina que recuerda la excepcionalidad de ese momento, tan cotidiano hace no tanto tiempo: "Le recordamos que deben permanecer con las mascarillas puestas", dice, y la gente escucha y acepta en silencio.