El presidente de LaLiga, Javier Tebas, realizó este lunes un gran regate al ser preguntado por la pancarta que los Biris (grupo radical del Sevilla) exhibieron en El Sadar en homenaje a El Prenda, acusado de violación en los pasados Sanfermines y reconocido seguidor del equipo de Nervión. "No conozco esas pancartas. Lo que tengo del fin de semana son los gritos en El Sadar contra el Sevilla", aseguraba Tebas, desaprovechando una oportunidad de oro para, en su condición de máxima autoridad de la competición, hacer un llamamiento al fin del machismo en el deporte rey. Las imágenes están en todos los medios, es prácticamente imposible esquivarlas. Pero la permisividad ha sido la tónica imperante en este asunto, el último de los muchos que han ocurrido en la historia reciente de nuestro fútbol.

A pesar de una temporada repleta de nubarrones, de golpe y porrazo el Atlético de Madrid se ha encontrado con la posibilidad clara de luchar por un título, la Copa con la que precisamente comenzó la mejor etapa de su historia. Por mucho que se apele a la prudencia y al irrenunciable 'partido a partido', es la sensación que se respira en el Manzanares, y la alimenta la clara victoria ante el Eibar, una goleada que deja a los de Simeone en una situación envidiable.

Todo transcurría con cierta normalidad en el Vicente Calderón hasta que, por arte de magia, el Atlético de Madrid decidió ponerse el pijama antes de empezar con el postre. Mala decisión con un invitado como Las Palmas, que le remontó un partido que ya tenía hecho y se quedó a un solo gol de dejarle fuera de la Copa del Rey. Los de Simeone están en cuartos de final pero, una vez más, se han topado con la recurrente y dura certeza: salirse del 'partido a partido' es una temeridad.

Llegó 2017 y el Atlético de Madrid se sumó a la moda de los buenos propósitos. Solo que, en su caso, la mejor virtud era regresar a la antigua fórmula. Con la presión alta, solidez defensiva y sincronización entre líneas de antaño asaltó el fortín de Las Palmas y consiguió una valiosa victoria (0-2) que le permite rozar con la punta de los dedos los cuartos de final de Copa del Rey. Solo un disparo en el pie de los propios rojiblancos lo evitaría, pero aún está por ver que hayan alejado de su mente todos los instintos autodestructivos que les hicieron perder la luz a finales de 2016.