Opinión
Las máquinas que imaginaba Karel Capek en el año 1921, destinadas a terminar con la Robbota del ser humano, eliminando el trabajo pesado, desagradable o tedioso, están cada vez más presentes en nuestras vidas. Robots, físicos o lógicos, que nos ayudan en tareas domésticas, o colaboran con nosotros en líneas de montaje, que nos traen y nos llevan, o que ordenan nuestros recuerdos antes que se nos olviden. Máquinas que nos inquietan, y que nos hacen preguntarnos si nos sustituirán en el trabajo, perdiendo nuestros empleos. Un temor que va más allá de la ciencia ficción de un robot humanoide al que serviremos, pero que genera incertidumbre y ansiedad.