
Un equipo de investigadores de la Estación Experimental Aula Dei (EEAD) de CSIC ha desarrollado un método de producción rápida de plantones de variedades comerciales de pistacho mediante el cultivo 'in vitro'. Con esta técnica, cuyos protocolos son únicos en el mundo y que suponen toda una revolución en el sector, se puede suplir la alta demanda de los productores de plantas de calidad
El pistacho es un cultivo que está en auge en España. La superficie total de pistacho en 2017 se situó en torno a las 20.000 hectáreas, aunque son 9.000 (el 75% en secano y el 25% en regadío) las que están en producción frente a las 3.000 hectáreas del año 2011, lo que lo que supone un aumento del 200%, según datos de las organizaciones agrarias COAG y UPA. Además, desde el 2014, se viene observando un incremento en la superficie destinada a nuevas plantaciones de pistacho, pasando de 2.700 a 11.600 hectáreas en 2017. Un cultivo que, sobre todo, está teniendo una mayor expansión en comunidades como Castilla-La Mancha, que concentra alrededor del 71% de la producción, así como en Andalucía (14%), Cataluña (6%) y Extremadura (2,5%).
Este auge, se está viendo frenado principalmente por la falta de plantas de calidad, lo que lleva a su vez a que haya listas de espera en los viveros. Una demora que puede llegar a su fin, gracias a la investigación que se ha llevado a cabo y con la que se ha logrado desarrollar un método de producción rápida de plantones de variedades comerciales de pistacho mediante el cultivo in vitro, que es pionero en el mundo.
Estas técnicas se basan en unos protocolos, que son fruto de la investigación que se viene realizando en este cultivo desde el año 2010, "porque detectamos un interés muy grande y un problema de falta de planta porque los métodos de propagación convencionales no daban abasto y la planta no era lo que ahora se estila en la hortofruticultura moderna, que es planta homogénea, con certificación, con semilla controlada. El pistacho todavía se produce con patrones y tiene una parte en el suelo y otra aérea que está injertada", explica Juan Antonio Marín, investigador del grupo Biología del Desarrollo y Material Vegetal en Frutales de la EEAD-CSIC en Zaragoza.
La investigación no fue fácil ni rápida porque "el pistado es una planta complicada" por lo que se tuvo que estudiar dos problemas a la vez. "Primero la propagación de patrones y el problema del injerto, que es grave porque hay años que va bien, pero a veces falla y hay plantaciones en las que hasta la mitad de la planta ha fallado y no se sabe por qué. Esto retrasa las plantaciones y hay que volver a reinjertar o volver a plantar".
La solución a toda esta situación ha venido de la mano de esta investigación en la que se han desarrollado técnicas de micropropagación, que permiten producir patrones clonales selectos, sanos y uniformes, que "son como copias idénticas y partimos de una planta que hemos podido seleccionar. Estos protocolos se han trasladado a los viveristas para que produzcan masivamente", recibiendo el protocolo y la planta con la que tienen que trabajar.
Con estas técnicas, es posible proporcionar una cantidad ilimitada de plantas por la multiplicación masiva y, aparte, el cultivo in vitro de las variedades habilita injertar de forma directa el extremo superior del tallo sobre patrones juveniles, permitiendo así una producción más rápida de los plantones.
Las técnicas también ofrecen una selección y propagación de árboles, cuyo comportamiento en el campo se puede conocer y poseen características deseables como la adaptación a suelos y climatología determinada, obteniendo plantas uniformes, de tamaño y vigor. Además, con el control de las condiciones ambientales, es posible realizar injertos con independencia de la estación y obtener plantas todo el año de una calidad superior y uniforme.
El protocolo desarrollado comprende a su vez la realización de controles sanitarios estrictos, pasando un test de presencia de bacterias, con el fin de eliminar las plantas que puedan tener algún tipo de bacteria y trasladar al campo solo las que son de alta calidad contrastada. A su vez, se ha logrado disminuir el problema de la trazabilidad, que "es directa porque es desde el laboratorio al viverista que vende al agricultor".
Unas técnicas con las que se agiliza todo el proceso para disponer plantas porque los viveros pueden ir "a una velocidad mayor que la que se puede obtener de manera convencional. Cada tres semanas, de promedio, se puede duplicar el número de plantas que teníamos".
Los protocolos de esta técnica -son propiedad de CSIC-, se están aplicando en las empresas viveristas en España con las licencias correspondientes y soporte técnico, además de haber mostrado interés países como Portugal, Grecia, Italia o Perú. Pero la investigación no acaba aquí. El siguiente paso tras haber desarrollado este protocolo -en el que se ha trabajado siete años hasta que se ha podido licenciar-, es seguir avanzando. De hecho, este año se han incorporado nuevas variedades y un nuevo patrón que ya está listo para ser licenciado.
Los investigadores, además, están trabajando en el abaratamiento de los métodos de producción porque se necesita personal cualificado en el laboratorio, así como en aumentar la velocidad de crecimiento y de multiplicación de las plantas, marcándose como objetivo a medio plazo, la automatización del cultivo.
Años de espera
El cultivo del pistacho se está convirtiendo en una alternativa real a otras producciones. Tan solo el año pasado se plantaron en España tantas hectáreas que se precisaron 1,2 millones de plantas, "que no hay vivero capaz de suministrar", añade el investigador.
Y los motivos de este auge son claros. "Tengo 100 hectáreas de frutales y económicamente no puedo soportarlo más porque son pérdidas y pérdidas. Y, plantas un frutal, esperas cuatro años a que produzca y te encuentras que, a lo mejor, el mercado ya no lo quiere. Además, es un producto muy perecedero. Tampoco hay gente para trabajar en fruticultura -ni profesional ni no profesional- y cada campaña es peor y perdiendo más dinero", añade Jesús Poza, agricultor de Calatorao (Zaragoza) y propietario del Vivero Poza, que cuenta también con instalaciones en Granada porque allí el pistacho se desarrolla mejor.
Esta situación ha llevado a que buscase un producto mecanizado y que no sea perecedero, decidiéndose por el pistacho que, además, "lleva diez años manteniendo precios bastante estables, se paga a entre cinco o seis euros el kilo, le sale pocas enfermedades, se adapta muy bien al clima -aunque es de regadío, se obtienen buenos resultados en secano-, y el procesado tampoco es un problema". Un motivo por el que, en diez años, espera reconvertir todo el campo.
Sin embargo, hacer la transición no es fácil porque "hay mucho fallo y pérdida de planta por el camino". Además, "para tener planta buena hay lista de espera". En concreto, en su vivero hay que esperar un año porque tiene entre 50.000 y 60.000 plantas para "mí y para mis clientes porque he apostado por la calidad", aunque hay otras empresas en las que la lista es puede ser mayor y superar los 24 meses para que un vivero sirva el material que ha solicitado el agricultor. Y es que la planta de calidad escasea y hay "mucha demanda, pero poca oferta". Por el contrario, sí hay "planta mala, pequeña y con problemas", que puede conseguirse hoy mismo.
El pistacho, un cultivo caro pero con gran rentabilidad
La planta del pistacho es más cara que, por ejemplo, la de un frutal. Pese a ello, sigue siendo un cultivo rentable. Por ejemplo, en pistacho, un injerto grande en maceta puede costar unos 16 euros y un árbol entre 10 y 12 euros. Sin embargo, si se atiende al dinero que el productor tiene que destinar a cada hectárea de cultivo, la situación cambia. Y es que se puede cultivar el pistacho con una inversión de unos 1.000 euros por hectárea en secano y de entre 2.000 y 2.500 euros por hectárea en regadío. Unas cifras que son superiores en el caso de los frutales, con una horquilla de entre 8.000 y 10.000 euros por hectárea aproximadamente.
El pistachero es el árbol frutero más resistente al frío y al calor. Aguanta temperaturas inferiores a los -30ºC y superiores a los +45ºC. El cultivo del pistacho precisa una humedad relativa baja y no florece hasta la segunda quincena de abril, por lo que es muy improbable que una helada primaveral pueda dañar las flores, como acostumbra a pasar con el almendro.
El pistachero es un árbol muy longevo, pudiendo superar fácilmente los 500 años. Su cultivo requiere muy poca mano de obra, ya que tanto la poda como la recolección se pueden realizar por medios mecánicos.