Con los tipos de interés por los suelos, los de cambio han adquirido mucha relevancia a escala global.
Los acuerdos de Bretton Woods diseñaron la arquitectura de las finanzas internacionales después de la II Guerra Mundial. El sistema estaba basado en tipos de cambio fijos entre las distintas divisas con referencia al dólar. Por entonces el PIB de Estados Unidos representaba una enorme proporción del mundial, el sistema funcionó hasta la década de los setenta cuando se desmoronó después de las crisis del petróleo. Empezaba una nueva época en las que los tipos de cambio dejaban de ser fijos.
En un sistema de tipos de cambios variables o fluctuantes, las consecuencias de las políticas fiscales o monetarias son distintas. En caso de una depreciación de la moneda de un país, sus bienes se abaratan con respecto a los del resto de países, esto trae como consecuencia que aumenten sus exportaciones y que disminuyan sus importaciones -parte de los bienes importados son sustituidos por los de producción interna que ahora son más baratos-. Todo ello genera un aumento de la producción y una mejora de las rentas, cosa que puede ser oportuna si existe paro y exceso de capacidad instalada.
Para que esto no se traduzca en un traslado de la producción y la renta del país cuya divisa se deprecia en perjuicio de la renta y producción de los demás, es oportuno que crezca la demanda a nivel mundial. Y, si hay economías con pleno empleo, esto puede ayudarlas a mantener controlada la inflación.
Así se explica la preocupación por el crecimiento mundial. Debido a las consecuencias de la crisis financiera, muchos países han adoptado políticas monetarias muy expansivas que generan la depreciación de sus divisas y con ello que sus productos sean más competitivos; esto provoca el desplazamiento de la producción hacia esos países en detrimento de otros. Si la demanda agregada mundial crece lo suficiente, dicho aumento exportador puede absorberse sin mermar rentas y producción en otros países.
Dado el bajo nivel de tipos de interés, las oscilaciones en los cambios de divisas han adquirido mucha relevancia en los mercados financieros internacionales. En la zona euro, políticas monetarias en línea con el contexto mundial facilitarían tipos de cambio más competitivos y ayudarían a los países de la zona con problemas económicos.