¿Por qué no favorecer, con las subvenciones, a las empresas más innovadoras y no sólo a las que crean más empleo?
Con los datos de la EPA recién publicados queda claro que la recuperación del empleo en España va a ser una batalla muy dura y, me temo, muy larga. Si retomamos un modelo similar al anterior, basado en actividades de bajo valor añadido y muy intensivas en la utilización de mano de obra, tendremos mucho empleo a corto plazo, pero muy poco valor añadido y nos veríamos obligados a competir en costes con otras economías abundantes en mano de obra. Además, no estaríamos dotando a nuestra estructura de nuevos "árboles" que nos permitieran ir ganando en complejidad y tecnología para que las empresas andaluzas llegasen a especializarse en sectores de futuro.
Si optamos, por el contrario, optamos por un modelo más centrado en actividades intensivas en conocimiento y tecnología (es decir, de elevada productividad), tendremos un crecimiento más estable, pero una menor tasa de creación de empleo a corto plazo.
Negar esta dura realidad sólo nos conduciría a esfuerzos baldíos y, finalmente, a la melancolía. Tampoco se pueden forzar los cambios hacia nuevos sectores de la noche a la mañana, las cosas suelen ser progresivas y, de la misma forma que Silicon Valley no se improvisó en dos años, no podemos esperar pasar de la exportación de aceite de oliva a la de semiconductores de la noche a la mañana.
Ahora bien, es posible generar incentivos que vayan marcando la estrategia de futuro. Por ejemplo, favoreciendo en las subvenciones a nuevas empresas el grado de innovación sobre la creación de empleo, o apostando por una estrategia de mejora de la educación desde las escuelas para aumentar el nivel científico-técnico de nuestra población a largo plazo.
Andalucía tiene, como hemos defendido desde esta columna en numerosas ocasiones, sectores en los que sigue contando con una amplia capacidad y competitividad, sectores que hoy son los cuarteles de invierno que nos están ayudando a sobrellevar la crisis, y desde los que debemos comenzar a desarrollar la economía andaluza del futuro, una que dependa menos de la mano de obra sin cualificar y más de la tecnología y el conocimiento.