Hasta que no se recupere el equilibrio de nuestras finanzas, no es posible una política expansiva que creee empleo.
En la actualidad, parece evidente que para aumentar el nivel de empleo sería oportuno utilizar los instrumentos que para ello proporciona la política fiscal. La política monetaria, en el caso de España, no se puede utilizar porque dependemos de la política monetaria que fije el Banco Central europeo. Esto es consecuencia de la unión monetaria.
Para el funcionamiento de un área económica óptima, además de la unificación de políticas monetarias es preciso también que se armonicen las políticas fiscales. Precisamente este es uno de los temas que, a medio y largo plazo, está planteado por consolidar la Unión Europea.
La política fiscal se puede articular mediante gasto público o mediante la recaudación de impuestos. Un aumento del gasto público tiene como consecuencia un aumento de la demanda agregada, este aumento se puede hacer vía transferencias o bien mediante inversiones en bienes y servicios públicos. En uno y otro caso las consecuencias (mayor empleo de los recursos) se trasladan con rapidez al sistema económico.
En caso de nuevas inversiones, si son importantes, no se pueden improvisar. Además, para que sean eficaces a largo plazo conviene que previamente a su realización se estudie el impacto que las mismas pueden tener en la economía. Si las inversiones son las más adecuadas para aumentar la productividad, su realización se traduce en el futuro en aumento del bienestar y posiblemente en una mayor recaudación fiscal. Incluso es posible plantear la financiación de estas inversiones mediante deuda que se irá atendiendo en el futuro mediante aumentos de recaudación o de nuevos ingresos fiscales, consecuencia del aumento de las bases fiscales.
También es posible aumentar la demanda agregada mediante una disminución de los impuestos, esto aumenta la renta disponible de las familias y los excedentes empresariales, el aumento de rentas aumenta el consumo y esto a su vez mejora las expectativas de los empresarios. La mejora de las expectativas provoca a su vez que aumente la inversión porque las empresas tenderán a aumentar sus instalaciones o se crearán nuevas empresas.
En resumen, una política fiscal expansiva, tiene como consecuencia un aumento del uso de los factores productivos existentes en una economía lo que supone aumento del nivel de empleo. Desgraciadamente esto no es posible en nuestro país hasta que se recupere el equilibrio financiero.