En 2009, el PIB de Alemania cayó un 5,1 por ciento y se crearon 20.000 empleos. En España, cayó un 3,7 por ciento y se destruyeron 1.200.000. El modelo alemán ha funcionado.
Durante la primera mitad del siglo XX se produjeron en Alemania procesos de hiperinflación escalofriantes. Después de la Primera Guerra Mundial los aliados establecieron unas condiciones de reparación por gastos de guerra muy gravosas. Los gobiernos de Alemania utilizaron la impresión de dinero para sus pagos y la consecuencia fue que la inflación se desbocó.
En 1922 la inflación estalló. Los trabajadores cobraban por días, incluso por la mañana para poder acudir a las tiendas a comprar alimentos, cuyos precios ya habían subido por la tarde. Los ahorros (bonos, depósitos) se volatilizaron. Esto llevó a la ruina a la mayoría de la clase media. Las empresas no podían prever sus costes, se produjeron cierres masivos, el desempleo subió un 600 por ciento entre septiembre y diciembre de 1923.
Es lógico que en Alemania el control de la inflación sea un objetivo fundamental de política económica y en consecuencia, que este lo sea también para el Banco Central Europeo. En 1919, J. M. Keynes dimite como asesor del tesoro británico para mostrar su desacuerdo con el nivel excesivo de cobros por reparaciones que se pretende imponer a Alemania. Pensaba que era imposible satisfacer dichos pagos sin causar graves conflictos sociales y políticos.
Irónicamente, los que hoy se definen como sus seguidores, manifiestan su contrariedad con las políticas económicas restrictivas del BCE y las políticas fiscales restrictivas que, apoyadas por Alemania, se aplican en la UE. Keynes defendió políticas monetarias y fiscales expansionistas para superar episodios cíclicos de recesión.
En 2003, las fuerzas políticas en Alemania sellaron un pacto de Estado. El pacto está basado en políticas de renta. Es coherente con la potente economía del bienestar que se ha desarrollado en Alemania y que incluye fácil acceso a sanidad y educación, pensiones, subsidios, ayudas etc. que, junto a los salarios, configuran las rentas de las familias.
En 2009, el PIB de Alemania cayó un 5,1 por ciento y se crearon 20.000 empleos. En España, en 2009, el PIB cayó un 3,7 por ciento y se destruyeron 1.200.000 empleos. El modelo alemán ha funcionado. El interrogante es, si es posible aplicarlo en otros países de Europa y cómo. En esta línea, el anuncio de Alemania de una política fiscal más expansiva facilita que los países europeos con dificultades puedan realizar los ajustes precisos. Si se añaden otros apoyos, será más fácil que lo consigan.