Oponerse a los proyectos de Adif, que van a convertir a España en un país referente y favorecer su posicionamiento internacional, es ilógico e irracional.
Esta semana ha vuelto a reabrirse el debate sobre el proyecto del anillo ferroviario de Antequera. Varios colectivos ciudadanos y profesionales, liderados por la patronal agraria Asaja, han insistido en que sea aparcado porque tendrá graves efectos sobre el medio ambiente y la actividad agraria (la mitad del terreno afectado corresponde a olivos y otro 46 por ciento a herbáceos), mientras Adif habla de beneficios, desarrollo y progreso. Dos visiones diferentes sobre un proyecto de 58 kilómetros, que afectará a 350 hectáreas de la Vega de Antequera, y que servirá para desarrollar el sector ferroviario español y la economía andaluza.
El presidente de Adif, Antonio González, busca el mayor grado de consenso posible en torno a este proyecto, que creará 4800 empleos directos y otros 2400 indirectos, junto a una inversión de 400 millones de euros. Hay queda eso.
Esta semana ha anunciado que se reunirá con los afectados en septiembre. Una sabia decisión que ayudará a limar las asperezas con los colectivos anti-anillo tras recibir 2000 alegaciones el proyecto.
Y qué podemos decir del presidente de Asaja y portavoz de los colectivos anti-anillo, Carlos Blázquez. Nos parece honesto que defienda a los agricultores y a una de las comarcas mas productiva y fértil de la provincia malagueña. Sin embargo, su defensa sindical y medio ambiental no debe estar reñida con el desarrollo tecnológico, ni el progreso. Oponerse a los proyectos de Adif, que van a convertir a España en un país referente y favorecer su posicionamiento internacional, es ilógico e irracional.
La principal conclusión positiva de este proyecto es que tiene unos efectos directos e indirectos que se traducen en un valor añadido bruto generado cercano a los 500 millones de euros y en cerca de 7.000 nuevos puestos de trabajo. Tiene importantes vínculos con su entorno debido al papel directo que sus gastos pueden generar en el entramado empresarial de la economía local a través de un amplio conjunto de proveedores de los distintos bienes y servicios que son necesarios para su puesta en marcha y posterior funcionamiento.
La incidencia sobre la financiación de las corporaciones locales del entorno inmediato, mediante la recaudación impositiva originada por las instalaciones, fundamentalmente las inmobiliarias, necesarias para llevar a cabo su actividad, será relevante.
La futura dinamización del mercado de trabajo a través de la contratación de personal que se prevé. A estos efectos directos, se añadirán los generados de manera indirecta, por los efectos multiplicadores que se producirán a consecuencia de las vinculaciones intersectoriales de la actividad económica de la zona.
Generará una serie de elementos que inyectarán competitividad y conocimiento al tejido económico y empresarial de la zona. En concreto, se generara capital humano cualificado (el cual se podrá aplicar, después, a la formación práctica de otras empresas y sectores de actividad).
Prevé un desarrollo del conocimiento como consecuencia de las relaciones con la Universidad. Y por último, la propia existencia de este nuevo equipamiento dota de gran poder de atracción al territorio para futuras localizaciones de empresas intensivas en conocimiento. Son conclusiones avaladas por la propia Universidad de Málaga.
El Gobierno, además del anillo, tiene previsto crear un centro compuesto por talleres y laboratorios en la zona ferroviaria de Bobadilla, en Antequera, que permitirá la homologación y certificación de los trenes y material móvil por un valor de nueve millones de euros. Otro de los proyectos de Adif permitirá que la energía que se genera en el frenado de los trenes se use para cargar los coches eléctricos.
Por su parte, los colectivos ciudadanos y profesionals ven la botella medio vacia en vez de medio llena. Consideran que el proyecto está repleto de incongruencias y es un despropósito político, por lo que piden sentido común a las autoridades. En su opinión, es un trazado que exige la construcción de dos falsos túneles para minimizar las afecciones a las Sierras de Humilladero y Molina y discurre tan cerca de el nucleo de Los Carvajales que éste resultará muy afectado por las huellas sonoras. El nuevo trazado también afectará a una importante colonia de murciélagos de herradura que habita en la sierra de Mollina, una especie tan protegida como el lince ibérico. Otro tema importante para los afectados es la velocidad de homologación, que ha pasado de 380 kilómetros por hora a 450 y la velocidad máxima de 425 a 520. Entienden que el proyecto carece de estudio alternativo y por tanto se ha elegido la Vega de Antequera de manera absolutamente caprichosa.
Blázquez pide sentido común. Y nos parece bien. Sentido común, si. Pero de todos, incluido él y todos los afectados. La solución para el anillo ferroviario, después del verano.