Ni el PSOE ni el PP se muestran claramente favorables a un debate abierto a la sociedad sobre la conveniencia o no de utilizar en mayor medida la energía nuclear en sustitución de una parte de los derivados del petróleo. Pero ese debate es necesario, se impone. Es una cuestión que incide notablemente en el bolsillo y en el aire que respiramos.
Los ciudadanos tienen el derecho a conocer los pros y los contras, y la obligación de manifestarse en un tema que nos afecta directamente a todos y a cada uno de nosotros.
Hoy por hoy las energías renovables, esas con buena imagen en la calle, no tienen capacidad para mantener la demanda que la sociedad impone. Eso nos obliga a reflexionar y hacer un planteamiento: ¿más nuclear o más apoyo al petróleo?.
La energía nuclear contamina menos pero genera unos residuos que es preciso almacenar y que serán residuos durante miles de años.
Los derivados del petróleo emiten CO2 a la atmósfera y contribuyen al cambio climático y a la contaminación permanente.
El debate energético
Estas dos fuentes y las energías renovables, sin olvidarnos del carbón, forman parte del debate energético que no termina de 'explotar' en nuestro país. Los españoles no sienten una gran preocupación por ésto, pero es una cuestión que incide notablemente en el bolsillo y en el aire que respiramos.
El incremento permanente del barril de petróleo nos pone contra las cuerdas. Mientras el consumo se ha incrementado en un 5% el precio del crudo ha subido por encima del 100%. Una cuestión que demanda un debate abierto de los agentes sociales para concienciar a la población y analizar las alternativas, si es que existen.
Pero los primeros en iniciar ese debate han de ser los partidos políticos, sobre todo quienes tienen o pueden tener la responsabilidad de gobernar. En nuestro caso el PSOE y el PP.
Muy cautos a la hora de hacer referencias
Pero como hemos dicho, ambos, son muy cautos a la hora de escoger preferencias. La influencia social de los ecologistas, enfrentados abiertamente con la construcción de nuevas centrales, el prestigio de que gozan y las necesidades electorales, aleja a los grandes partidos de posiciones en favor de construir nuevos reactores.
De hecho, antes del celebrarse el 37 Congreso del PSOE, el pasado fin de semana, se escucharon las voces, hoy silenciadas, del ex presidente del gobierno, Felipe González, y del ministro Miguel Sebastián, haciendo un guiño de complicidad a la energía nuclear.
Pero el debate en el seno del Congreso existió y las enmiendas también, y una cosa quedo clara: se mantendrán las seis centrales existentes y los ocho reactores en marcha, pero no habrá nuevos parques. El PSOE apuesta por las energías renovables y por un consumo de mayor responsabilidad.
De hecho el gobierno prepara un plan para reducir un 10% la compra de barriles de petróleo. Lo que implicará reducir el consumo allí donde no sea necesario. Ya veremos cómo resulta. Se apuesta fundamentalmente por el desarrollo de las energías limpias y renovables. Pero, hoy por hoy, reconoce el texto, no son capaces de suministrar el volumen de energía necesario para mantener el nivel de desarrollo económico de España.
El PP tampoco se moja
Si el programa socialista se compromete a ir sustituyendo, poco a poco, la nuclear por las renovables, el PP tampoco se moja. Dice que mantendrá las centrales existentes y habla, en su programa, de un marco legislativo estable y transparente para las renovables e incentivar las energías de futuro como el hidrógeno y los combustibles de síntesis.
En medio de este confuso debate en el que nadie se manifiesta abiertamente sobre si es preciso o no ampliar la producción de energía nuclear para garantizar y abaratar el consumo de energía eléctrica, el Foro Nuclear defiende el incremento de la producción de esta energía hasta el 30% del consumo total, igual que en Europa, como sistema para reducir los precios y rebajar los índices de contaminación existentes.
Un estudio del Foro asegura que, en 2007, las centrales nucleares evitaron más de 40 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera. Un dato significativo si tenemos en cuenta que estas emisiones en España están un 35% por encima del compromiso que hemos adquirido en el Protocolo de Kioto. Y si no existiesen las centrales, dicen los responsables de la energía nuclear de nuestro país, la cifra de contaminación estaría por encima del 60%.
La verdad es que no es fácil elegir. Y hay que hacerlo, pero quienes tienen que enfrentarse a las urnas lo hacen con silencio, entre otras cosas, porque los ciudadanos no tenemos los conocimientos suficientes para juzgarlo.