El empresario Albert Ollé, expropietario de las viviendas de la conocida como Casa Orsola de Barcelona, ha hecho pública una carta tras firmar el pasado 20 de mayo la escritura de compraventa del inmueble al Ayuntamiento de Barcelona. En el escrito, Ollé se muestra "aliviado", pero "también indignado", al considerar que se ha cerrado un conflicto a costa de un modelo injusto de gestión de vivienda.
En la carta denuncia que "dinero público sufragará alquileres de privilegio para vecinos que no son vulnerables ni de lejos, mientras miles de barceloneses continúan sin opción a una vivienda asequible". Según Ollé, los edificios de Consell de Cent, 122 y Calàbria, 137 "se han convertido en manual de la manipulación orquestada por los Comunes y avalada por el silencio cómplice de los partidos políticos durante tres años".
El empresario afirma además que "la imagen es obscena: pancartas que claman 'derecho a la vivienda' colgando de un edificio sostenido con los impuestos de todos para blindar rentas de privilegiados".
COMPRA POR PARTE DEL AYUNTAMIENTO
Estas declaraciones llegan tras la reciente adquisición del edificio por parte del consistorio, una operación presentada como medida para garantizar la permanencia de los inquilinos. Ollé, sin embargo, cuestiona este enfoque y apunta que "ocho años de gobierno Colau, con el famoso 30?% de VPO por bandera, solo lograron 65 pisos protegidos", mientras que "la construcción privada quedó en punto muerto y las más de 10.000 nuevas viviendas anuales que podrían haberse levantado quedaron en nada".
Advierte de un entorno cada vez más hostil para la inversión inmobiliaria debido al "ahogo normativo y la inseguridad jurídica ?ocupaciones, topes de alquileres, procesos eternos?", lo que está provocando que "muchos propietarios prefieran vender antes que arriesgarse a perderlo todo". En este contexto, defiende que "el propietario no es el culpable, sino la solución imprescindible de un mercado saludable".
Al dirigirse al actual alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, el empresario afirma que "tiene ante sí la oportunidad de ser recordado como el alcalde que reactivó la obra nueva, liberó suelo y defendió la propiedad privada, o de quedarse como un nombre más en la lista de los problemas".
La carta concluye con un mensaje de despedida: "Cierro esta carta como cerré la última puerta de la Casa Orsola: con tristeza, pero también con la convicción de que solo recuperando el sentido común y el respeto por los valores pisoteados podremos rescatar Barcelona de la demagogia y devolverle la dignidad que merece".