Actualidad

Japón reniega de esta costumbre milenaria y la prohíbe en los espacios públicos

Si algo destaca de la cultura japonesa es el profundo respeto que profesan a sus tradiciones. Una veneración hacía sus ancestros y su historia milenaria que aprenden desde pequeños, que atraviesa toda la sociedad nipona y se refleja en el comportamiento de las personas en su vida cotidiana.

En Japón tienen su propio Halloween, el Setsubu, celebrado cada 3 de febrero con actividades que estrechan la distancia entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos. Por supuesto, otra de las grandes tradiciones niponas es el sumo, todo un ecosistema propio dentro de la sociedad nipona y con siglos de antigüedad. Por no hablar del mundo de las geishas y su tan característico vestuario.

Otra de la costumbre milenarias, aunque ahora no tan aceptada, es la práctica de los tatuajes (irezumi). Sin conocer con exactitud el origen hace 5.000 años en Egipto ya era habitual esta práctica a modo de ahuyentar enfermedades. El descubrimiento de dos momias tatuadas en territorio egipcio no ha sido el único, pues también existen evidencias de que los japoneses ya se tatuaban en el 1.000 a.c.

Sin embargo, en pleno s. XIX, Japón avergüenza a las personas con tatuajes, hasta el punto de prohibir su exhibición en lugares públicos como playas, piscinas, gimnasios... Esto se debe a que desde hace tiempo los tatuajes están asociados en el país a los Yakuza, la mafia nipona, también conocida como Gokudo.

De los 'apuestos de Edo' a organizaciones criminales

Una de las primeras prácticas del país nipón se le conoce como hajichi y era más popular entre las mujeres. Se trataba de un tatuaje que cubrían buena parte del brazo, desde los dedos hasta el codo, como parte de un ritual hacia la madurez cuando las féminas contraían matrimonio. Era una práctica simbólica, pero aceptada en casi toda la sociedad del país en los s. XV y XVI (aunque se cree que es una costumbre milenaria).

Grabado Flores de Tokio, Onoe Kikugoro. Toyohara Kunichika (Aflo)

De igual manera, el hábito de tatuarse el cuerpo estaba muy extendida por el país y existían diferentes prácticas que ensalzaban la belleza de las mujeres japonesa: en el norte, las féminas de la tribu de los Ainu también se tatuaban los labios y las manos.

Con el tiempo, los tatuajes comenzaron a expandirse a otros grupos de la sociedad. Por su tipo de trabajo, obreros, bomberos y hasta mensajeros no podían vestir el kimono tradicional de Japón y tan solo lucían un pequeño taparrabos, conocido como fundoshi, lo que dejaba su torso al aire. En el país orienta nunca ha estado bien vista la desnudez y hasta ha sido motivo de vergüenza, por lo que estos comenzaron a cubrir su cuerpo con tatuajes. Los hombres que se encargaban de combatir el fuego acabaron siendo reconocidos como 'los apuestos de Edo' (periodo nipón entre 1603 y 1868) y sus tatuajes resultaban un orgullo para sus barrios de origen. Durante el s. XIX incluso el arte mostraba la expandida práctica de tatuarse, ya fuera mediante grabados o incluso a través del manga.

No obstante, también era bastante habitual castigar a los delincuentes y encarcelados con tatuajes visible para identificarlos. Y así, poco a poco, los Yakuza comenzaron a tatuarse el cuerpo completo y a realizar otros tipos de prácticas y rituales menos habituales como cortarse el dedo meñique. Por entonces, a finales del S. XIX se expandió por Japón la creencia de que los tatuajes eran símbolo de atraso cultural y se impusieron regulaciones tanto para los tatuadores como para los tatuados.

Grupo de Yakuza, Japón
Grupo de Yakuza, Japón

Ya en el s. XX se impuso la prohibición de ir con el torso al aire, por lo que era obligatorio ir vestido y cubrir los tatuajes de todo el cuerpo. Incluso, se comenzó a utilizar técnicas de borrado con cirugía y ácido clorhídrico.

Prohibida la entrada en balnearios, bares y karaokes

Según la Unión Nacional de Tatuadores y Anilladores profesionales, en 2019 casi un 15% de la población en España tenía algún tatuaje, siendo el sexto país más tatuado del mundo. A nivel internacional, el porcentaje de tatuados se eleva hasta el 38%, aunque no es el caso de Japón, donde esta cifra es a penas insignificante de lo poco habitual que esta práctica.

Aunque se trate de una tradición milenaria, las autoridades del país son bastante tajantes al respecto e incluso existen medidas en contra de los locales de tatuajes. Las normas más restrictivas son en lugares públicos: más de la mitad de los balnearios en Japón (onsen) no permiten la entrada a las personas tatuadas, lo que a veces genera conflicto con los turistas que acuden y no conocen las normas. En otro gran 13% es obligatorio cubrirse, según datos de 2015 ofrecidos por el Gobierno de nipón.

@reptalive La realidad de los gimnasios de Japón #gym #japon #japan #twitch #irl #fyp #viral #parati ? sonido original - ReptaLive


Pero no solo en los balnearios. La gran mayoría de gimnasios y piscinas también mantienen restricciones tanto a locales como turistas, e incluso se amplía a otros establecimientos como bares o los tan populares karaokes.

Tan solo hay un día al año donde se pueden exhibir libremente tatuajes y en el festival que se celebra en el templo Senso-ji, en el santuario de Asakusa, en Tokio, en memoria de los fundadores del templo y donde algunos grupos lucen enteramente tatuados de pies a cabeza.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky