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Especial ESG

La demanda de minerales críticos se triplicará en seis años

  • Las tecnologías de energía limpia que se vienen desarrollando en los últimos años precisan de materiales esenciales, que se hallan fuera de las fronteras europeas
  • Se prevé que la necesidad de estos aumente por tres para 2030 
Silicio policristalino de alta pureza. Fuente: iStock
Pilar Ceballos

Según las Naciones Unidas, la demanda se triplicará para 2030, "a medida que el mundo haga la transición de los combustibles fósiles a las energías renovables para reducir las emisiones globales de dióxido de carbono a cero neto para 2050", expone.

El litio, para la fabricación de baterías; el silicio metal, para los paneles fotovoltaicos; las tierras raras, para las turbinas eólicas o los metales del grupo del platino (rutenio, paladio, osmio, iridio, rodio y platino) para los electrolizadores, empleados en la producción de hidrógeno, son algunos de los componentes esenciales de muchas de las tecnologías de energía limpia que se vienen desarrollando los últimos años. Así como el níquel, el cobalto y el manganeso.

Los recursos minerales son componentes esenciales de los productos que utilizamos en nuestra vida cotidiana. El Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISSD) puntualiza que son insumos "importantes" para la producción agrícola e industrial y constituyen elementos fundamentales para el funcionamiento de las tecnologías modernas. Además de ser esenciales, también son críticos, pues tienen alta importancia económica pero son escasos, por tanto, están sujetos a una gran dependencia de importaciones. No obstante, no existe un consenso universal respecto a la definición de criticidad, ya que esta varía con el tiempo en función de las necesidades de la sociedad y la disponibilidad de suministro.

La Comisión Europea ha identificado 34 materias primas fundamentales, de las cuales 17 son consideradas estratégicas, puesto que son "esenciales para el funcionamiento y la integridad de sectores estratégicos como las energías renovables, la movilidad eléctrica, los ámbitos industrial, digital, aeroespacial y de la defensa", detalla el Informe C. Materiales y materias primas críticas en la transición energética, llevado a cabo por la Oficina de Ciencia y Tecnología del Congreso de los Diputados.

Estos minerales están presentes en todos los sectores, sin embargo, destaca en el de las energías renovables. En concreto, en las tecnologías asociadas a la producción de energía eólica, solar e hidrógeno renovable. En la primera, el Informe antes citado expone que "las turbinas eólicas requieren boro y tierras raras como praseodimio, neodimio, terbio y disprosio para los imanes permanentes de los motores", así como aluminio, cobre y acero para su estructura. En la solar fotovoltaica, el material protagonista es el silicio metal, debido a "su estabilidad y coste", que abarca el 90% del mercado actual. Mientras, para el hidrógeno renovable se necesitan metales del grupo platino, tierras raras, grafito natural, cobre, níquel y aluminio, entre otros.

La utilización de minerales críticos es un gran desafío, debido a que son necesarios y están repartidos por el mundo de forma desigual. Puede llegar a ser un problema en el futuro, en el caso de no existir acuerdos entre proveedores y países. "Todo ello ejerce una presión más significativa en los procesos de extracción, producción y refinado", revela el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible.

China es el principal suministrador mundial de diferentes materias primas. Sobre todo de tierras raras. El Informe C relata que este país produce un 58 % de estos minerales y procesa un 80% en su territorio, aproximadamente. Rusia y Sudáfrica generan metales del grupo del platino. A su vez, Indonesia obtiene níquel y Australia, litio. Estados Unidos se encarga del helio y del berilio. Por su parte, Chile produce cobre y litio. Mientras, Brasil extrae niobio y la República Democrática del Congo explota cobalto, entre otros.

El documento añade que la competencia tecnológica entre EEUU y China, junto con las restricciones a la exportación de materias primas estratégicas por motivos de seguridad nacional, han generado una gran incertidumbre: "En algunos casos, un solo país es responsable de aproximadamente la mitad de la extracción mundial de un material".

Europa con su propia producción no llega a abastecerse, por lo que, en este sentido, es dependiente y no únicamente de los minerales específicos, también durante gran parte de la cadena de valor. Por ejemplo, la energía eólica de la UE está sujeta a las importaciones de imanes permanentes, que emplea en el ensamblaje final de turbinas eólicas. Por tanto, aunque la materia prima se obtuviese en territorio nacional, gran parte del resto de la cadena de valor se concentraría en China. Por lo que la dependencia existiría de igual modo.