
Tras la llegada de los castellanos al continente americano se establece lo que a la postre se conocería como la Carrera de las Indias: todo un entramado de líneas comerciales que conectaba la recién estrenada España con los virreinatos del Nuevo Mundo. Una estructura de navegación vigente hasta principios del s. XIX que convirtió a Sevilla en el principal foco europeo comercial.
Sin embargo, son más populares las leyendas (y verdades) sobre los naufragios ocurridos a lo largo y ancho del atlántico que las ferias y fiestas a las flotas en los puertos de La Habana, Veracruz o Cartagena, entre otros. Famosos son los hundimientos del galeón San José en las costas de Colombia, el galeón Santísima Trinidad en aguas cubanas y con un tesoro estimado en 400 millones de euros, o el galeón San Sebastián, en las costas de Chile. La gran mayoría de ellos portaban grandes cantidades de oro, monedas de plata y joyas preciosas extraídas del Nuevo Mundo para llenar las arcas españolas.
Uno de los últimos rescates ha sido el galeón español de Nuestra Señora de las Maravillas, del que se han podido extraer algunos tesoros que 'adornan' a lo largo de 13km las profundidades marítimas de las Bahamas. Una fortuna, origen La Habana y destino Sevilla en 1656, que podría estar valorado en unos 5 millones de euros y cuyos restos pertenecen al Gobierno del archipiélago atlántico, según la Ley de Antigüedades, Monumentos y Museos.
El Museo Marítimo de Bahamas cuenta la historia del galeón español
Entre 1540 y 1650 se estima que alrededor de 11.000 embarcaciones, entre galeones, naos, balleneros, navíos y naves de pequeñas, surcaron el Corredor de las Indias, de los cuales más de 500 naufragaron, sobre todo debido a situaciones climatológicas adversas, y tan solo menos del 1% fueron objeto de saqueos por parte de piratas y corsarios.
No obstante, la leyenda de 'El Dorado' habla de todos esos buques que naufragaron antes de llegar a las costas españolas y que hundiendo en el fondo del mar millones de euros en oro y playa extraídos de tierra americanas y cuyos pueblos llevan siglos reclamando. Lo cierto es que, en el caso del galeón de Nuestra Señora de las Maravillas está claro que la propiedad de su fortuna pertenece a Bahamas, dado que así lo establece la Ley de Antigüedades, Monumentos y Museos del país, comprometido a mantener la unidad de todas las piezas encontradas.

Todo a pesar de que varias de las expediciones llevadas a cabo en el galeón a lo largo de los años han sido españolas. Aunque, al frente de la última de ellas, en 2020, se encontraba Allen Exploration, la compañía del filántropo Carl Allen, quien accedió a permisos de protección e incluso excavación en la zona de naufragio. De esta manera, desde hace algunos años, las piezas rescatadas se exhiben en el Museo Marítimo de las Bahamas: cadenas de oro, joyas preciosas, monedas de oro y planta, un colgante con la Cruz de Santiago y otras figuras de porcelana, así como tinajas y utensilios propios del S.XVII. Hasta ese momento tan solo se habían podido rescatar monedas de plata con un valor estimado de 2,9 millones de euros, así como lo 36 cañones de bronce de la cubierta principal.

El galeón de Nuestra Señora de las Maravillas partió en 1656 del puerto de La Habana hacía el puerto español de Sevilla, cargado de todo tipo de riquezas. A la altura de aguas bahameñas el buque colisionó con otro para acabar impactando con un arrecife de coral. Según el Museo Marítimo del país tan solo sobrevivieron 45 personas.
El extraño caso del galeón de Pasaia
La gran mayoría de los restos de los galeones que surcaban el Corredor de las Indias se encuentran aún por descubrir en aguas atlánticas pero americanas, pocos buques naufragaron cerca de las costas españolas. Y si alguno lo hizo fue en la zona sur de la península, ya que Sevilla era el destino de todas esas embarcaciones que venían del Nuevo Mundo.
Ningún buque llegaba al Imperio Español por el mar cantábrico, y es por eso por lo que el descubrimiento de un galeón hundido en Pasaia, en San Sebastián, ha desconcertado a los arqueólogos marítimos.
Según parece, surcó los océanos hace casi cuatrocientos años y cuyo 'esqueleto' es solo visible en 12 metros, ya que una parte se encuentra oculto bajo una escollera y otra fue destruida involuntariamente.

Las tres campañas de excavaciones subacuáticas, desarrolladas desde 2021 bajo la dirección del Servicio de Patrimonio Histórico Artístico de la Diputación también han permitido recuperar de las profundidades algunos objetos significativos.
Entre ellos, varias poleas, calzado y alguna jarra de cerámica que "nos sitúan en el siglo XVII" pero sin llegar a resultar "nada concluyentes", explican las citadas fuentes cuyas esperanzas se centran ahora en el estudio del sello grabado en una cuchara metálica que "se está intentando identificar" porque podría arrojar algo más de luz sobre el origen del buque, del que hasta el momento no han aparecido cañones ni munición alguna.