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La mitad de los españoles no ha oído hablar del espacio Schengen: qué es y que implica formar parte de él

Puesto de control de personas entre España y Gibraltar, en marzo 2021. / Marcos Moreno (Europa Press)

Una encuesta publicada por la Comisión Europea el pasado martes advierte del elevado grado de desconocimiento que existe entre los ciudadanos sobre el espacio Schengen. Mientras que más de la mitad (55%) han oído hablar de él y consideran que saben lo que es, al 24% les suena pero no están seguros de lo que es, y uno de cada cinco (21%) ni lo han escuchado ni saben lo que es.

Sin embargo, al preguntar por las medidas concretas que supone formar parte de este espacio, la mitad de los ciudadanos encuestados no las conocen.

Las respuestas de los 1.009 españoles encuestados arrojan resultados aún peores. El 50% de ellos no han oído hablar del espacio Schengen, mientras que solo el 32% creen que saben lo que es. Y en cuanto a sus implicaciones, el 63% las desconoce. Sobre este aspecto, España ha cosechado el cuarto peor resultado, únicamente por delante de Chipre, Grecia e Irlanda.

Qué es el espacio Schengen

Schengen es el nombre de un pequeño pueblo de Luxemburgo, en la frontera con Francia y Alemania, en el que se firmó el Acuerdo de Schengen y el Convenio de Schengen en 1985 y 1990, respectivamente. Aunque en aquel entonces solo formaron parte de él cinco países (Francia, Alemania, Bélgica, los Países Bajos y Luxemburgo), con el paso de los años se han adherido más territorios —España ingresó junto a Portugal en 1991—.

Así, en la actualidad Schengen abarca más de 4 millones de kilómetros cuadrados, con una población de casi 420 millones de personas, e incluye 29 países: 25 Estados de la Unión Europea (todos salvo Chipre e Irlanda), además de Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza.

Schengen es un acuerdo entre los países miembros por el que se permite la libre circulación de sus habitantes, pero por el que también se armoniza y fomenta la cooperación policial para preservar su seguridad. Para ello, los países participantes aplican normas comunes para controlar las fronteras exteriores y también en materia de visados y de cooperación entre los servicios policiales y judiciales en el ámbito penal.

Los países que integran el espacio Schengen acuerdan establecer entre ellos un espacio libre de controles entre sus propias fronteras. Esto supone que los países no pueden efectuar controles en sus fronteras internas, a menos que se trate de amenazas específicas, y que los controles que se llevan a cabo en las fronteras exteriores están armonizados bajo unos criterios establecidos y compartidos por todos (Código de Fronteras Schengen). En definitiva, a los ciudadanos les supone poder viajar libremente entre los países miembros sin pasar controles fronterizos.

A los Estados, formar parte de este espacio les permite una mejor comunicación y cooperación entre las fuerzas policiales, de cara a compartir información valiosa en la lucha contra el terrorismo y la delincuencia grave y organizada, incluida la trata de seres humanos y la migración ilegal. También, toda esta información compartida es útil para encontrar a personas en búsqueda o desaparecidas, así como para confiscar objetos ilegales o robados.

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