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Cae un 22% la producción de alfalfa y forrajes deshidratados

La producción de alfalfa y forrajes deshidratados cae un 22%.
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La producción de alfalfa y forrajes deshidratados ha experimentado un descenso del 22% en la campaña 2023-2024 con una producción total de las empresas del sector deshidratador en España de 980.906 toneladas.

La producción ha bajado en prácticamente todas las autonomías. No obstante, el menor descenso se ha registrado en Aragón, con una caída del 17%, mientras que Castilla y León y Castilla-La Mancha han sido las autonomías más afectadas con una disminución del 35%.

Los datos facilitados por AEFA reflejan que la comunidad aragonesa ha producido el 61% del total en España con 604.000 toneladas, seguida de Cataluña con el 17% y Castilla y León con el 10%.

La producción de granulado también ha experimentado un descenso en 23.000 toneladas, mientras que la de balas ha caído en 130.000 toneladas en relación a la campaña anterior.

Para la próxima campaña 2024-2025, que arrancó el día 1 de abril, se estima una situación distinta a la anterior en la que la sequía amenazó la producción anual. En la actualidad, las reservas hídricas son mayores que las del año anterior, lo que daría una producción que rondaría las 1.300.000 toneladas. En relación a la superficie destinada a forrajes, se estima un crecimiento de alrededor del 5% en comparación con la campaña anterior, superando las 100.000 hectáreas.

Campaña nacional e internacional

La sequía, la falta de pasto y la falta de existencias durante la campaña 2023-2024 han marcado el mercado nacional y ha conducido a que los ganaderos nacionales tuvieran que entrar en "psicosis total" ante la posibilidad de quedarse sin alimento para los animales si la falta de agua se alargaba en el tiempo, según explican desde AEFA.

Sin embargo, desde abril a junio, todo lo producido se sacó al mercado nacional. Tras las lluvias de junio y septiembre, la demanda interna pudo volver a la normalidad.

Por su parte, en el mercado internacional se han producido dos fases. Una de ellas se corresponde con la época de sequía durante la que hubo alguna opción de cerrar operaciones a precios interesantes. La duda de si iba a haber disponibilidad de producto propició que muchas industrias no se comprometiesen con contratos para servir durante toda la campaña. En ese período ya se registraron dudas sobre la situación del mercado en Asia por los altos precios de la última campaña y los bajos precios de la leche en esos mercados.

Tras el verano y con los almacenes ya con mercancía tras las lluvias de junio, se esperaba a los compradores internacionales. En este contexto, se ha dado el caso de que algunos no han llegado, mientras que otros no estaban dispuestos a pagar el precio del producto español. Este precio estaba condicionado por el de compra al agricultor y por la gran diferencia con el mercado nacional. Esto llevó a que fueran pasando los meses con salidas en cuentagotas, un 50% menos que años anteriores. Además, a todos estos problemas de demanda, se sumó el conflicto en el mar Rojo.

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