
La sostenibilidad del sistema económico y social en España pasa por garantizar que el sistema educativo funcione, fomente el desarrollo humano y genere las cualificaciones necesarias para el país.
En el contexto actual, elEconomista.es habla con Luis Martínez-Abarca, director del Área de Formación Profesional del CEU, que aboga por un modelo educativo en el que converjan la formación universitaria y la formación profesional, de acuerdo a las necesidades del mundo laboral.
¿Qué ventajas aporta la Formación Profesional a las personas que la estudian?
Creo que la mayor ventaja que tiene para los estudiantes es encontrar un camino paralelo a la formación académica que les permita ir creciendo en su grado de madurez y después, o seguir en ciclos medios y dirigirse hacia el empleo o bien, reincorporarse de nuevo a la formación académica. Y es ahí donde creo que está la mayor ventaja; en el desarrollo profesional y la madurez personal.
¿Cuáles son las principales oportunidades que aporta la FP a las empresas en términos de competitividad y productividad?
El superar las dificultades formativas de una gran cantidad de españoles que puedan incorporarse de manera rápida a puestos que son imprescindibles y necesarios. Estamos oyendo con muchísima frecuencia la falta de especialistas de todo tipo en estos niveles de técnicos medios y superiores. Por lo tanto, lo que la Formación Profesional aporta a la empresa es personal de reincorporación rápida con la cualificación técnica necesaria para la puesta en marcha de su incorporación al mundo laboral.
¿Cómo se puede fomentar una mayor colaboración entre las empresas y los centros de FP para satisfacer las necesidades del mercado laboral?
España es un país de Pymes, no de grandes empresas. El mundo industrial y el mundo económico es muy distinto de unas provincias a otras, de unas localizaciones a otras. De manera que es importante que la Formación Profesional también se especialice de manera local, puesto que no es lo mismo las necesidades que pueden tener en el mundo rural de Jaén, que el que se puede tener en el mundo económico e industrial de Madrid, Barcelona, Valencia o Bilbao, por ejemplo.
El problema que nos encontramos en los centros de FP a la hora de dualizar nuestra propuesta académica es que a las empresas se les exige a partir del año que viene que a los alumnos se les pague el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) durante el período de prácticas. También deben responsabilizase de un 40% del currículo, meteorizar y participar en la evaluación. Son las algunas de las barreras de entrada de las empresas a la dualización.
¿Qué importancia tiene que las empresas se impliquen en la orientación académica y profesional de las personas?
Es muy importante porque el alumno de Formación Profesional que busca su incorporación en el mercado laboral, encuentra el medio adecuado y la motivación para seguir sus estudios. Y, por otro lado, la empresa es capaz de definir con claridad cuáles son los perfiles, las necesidades, aquellos que se adaptan mejor a su cultura, a su estilo de trabajo y, por tanto, lo que se genera es una sinergia magnífica entre los entre los tres factores: el centro formativo, el alumno y el mundo empresarial.
"El reto fundamental es el de reajustar el mundo académico a las necesidades reales de la industria y del mundo económico español"
En este sentido aquello que nos falta es que el regulador de todo este proceso: la Administración, genere un entorno muy favorable para que esto se produzca, que las empresas sientan esa necesidad, ese interés por acercarse al mundo de la formación.
¿Cuáles son los cambios favorables introducidos por la nueva Ley de FP que destacaría?
El primer objetivo es intentar solucionar la falta de técnicos medios y superiores. También valoraría el ver la vida académica y la vida profesional como un continuo aprendizaje donde uno puede generar su recorrido profesional y académico de manera paralela. A la vez que puede ir creciendo a través de módulos de especialización, cursos técnicos y, por tanto, tener un crecimiento de formación permanente en el que existen pasarelas muy sencillas entre los distintos ciclos, los grados universitarios, y el mundo empresarial.
¿Qué retos afronta la FP en España?
Creo que el reto fundamental es el de reajustar el mundo académico a las necesidades reales de la industria y del mundo económico español. En este momento lo que nos encontramos es que es frecuente la sobreformación de los trabajadores.
Necesitamos que el panorama educativo se ordene y ajuste a las necesidades del empleo. Lo que queremos es muchísimo más equilibrio y gente más ajustada en su perfil formativo a su perfil profesional.
¿Es la FP Dual el futuro de los jóvenes?
De una parte de los jóvenes, desde luego. Hay una parte en la que la FP dual va a representar un camino muy interesante hacia el empleo y también hacia el crecimiento personal.
Lo adecuado sería que hubiera un ajuste real entre las necesidades reales de empleo y la formación de nuestros jóvenes, de manera que no sea la universidad la única formadora, sino que fueran capaces de mirar otro tipo de opciones que les conduce al empleo y, además, bien valoradas y muy bien remuneradas.