
Jeanne Calment fue una mujer francesa nacida en 1875 y que falleció en 1997. Esto quiere decir que su edad alcanzó los 122 años, convirtiéndose en la persona más longeva de la historia, de las que su edad ha sido correctamente documentada. Antes de su fallecimiento, la 'supercentenaria' mantuvo una conversación con el experto en demografía Jean-Marie Robine, como parte de los estudios que esté llevaba a cabo sobre la conexión entre la salud y la longevidad.
A pesar de sus hallazgos, Robine asegura que: "Tenemos que tener en mente que buena parte de la longevidad de Calment se debe simplemente al azar, porque es algo excepcional". Ahora, esto no quita que varias características que definieron su vida no contribuyesen a esa dilatada esperanza de vida.
Concretamente, estos factores que ayudaron a Calment a ser la mujer más mayor de la historia son tres.
1. Estilo de vida saludable
Robine aclara que la 'supercentenaria' se benefició de "crecer en una familia burguesa del sur de Francia, pues vivía en un barrio amable". La misma acudió a la escuela hasta los 16 años de edad, algo poco común para las mujeres francesas de la época. También pudo recibir clases particulares de cocina, arte y baile hasta que, a los 20 años, se casó. Todo esto contribuyó a que mantuviese buena salud física y mental.
Robine también cree que el hecho de que Calment nunca haya trabajado pudo ayudar a que viviese más años, pues eso disminuye la cantidad de estrés a la que se somete a lo largo de su vida. "Siempre tenía a alguien en casa que le ayudase", agrega el experto, comentando que ni siquiera tenía que hacer la compra ni cocinar, a pesar de las clases de arte culinario.
2. No fumó hasta una edad avanzada
Antes del matrimonio a los 20, la 'supercentenaria' tenía prohibido fumar. Calment dice: "Tenemos que recordar en qué punto estábamos, y era un pequeño pueblo del sur de Francia a finales del siglo XIX. Por supuesto era algo prohibido e imposible para una mujer, especialmente de familia burguesa, hacer algo como eso".
Poco después de casarse, su marido le ofreció un cigarrillo, algo que le alegró enormemente al sentir que por fin ya no era algo que no se le permitiese hacer. Pero Robine comenta que, a pesar de ello, "cuando fumó por primera vez no le gustó la experiencia, por lo que no volvería a hacerlo hasta mucho tiempo después". Y es que la misma, que solo había contado con aquella experiencia con 20 años de edad, se convirtió en fumadora habitual a los 112 años, momento en el que ya vivía en una residencia de ancianos.
3. Una vida social gratificante
Por tanto, según el mismo Calment disponía de mucho tiempo libre y de pocas preocupaciones, y ello le permitió cuidarse adecuadamente, visitar su país y mantener diversas actividades sociales. Una buena parte de su tiempo la conformaban eventos sociales y, por tanto, el conocer a gente nueva. "Mucha gente organizaba bailes en sus hogares", añade Robine.
Además, visitó muchos lugares junto a su marido, para ver entre otras cosas una Torre Eiffel que en aquel momento se estaba construyendo. "Ella estaba descubriendo un mundo fascinante que se abría ante ella entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. Incluso si hubiese muerto con 119, su vida habría sido excepcional, y lo mismo si se hubiese quedado en 120. Pero la misma alcanzó 122 años y 164 días", aseguraba el demógrafo, en parte gracias a esa vida sana, tranquila y llena de actividades sociales".