
Este domingo, 12 de febrero, de madrugada ya en España, se celebra la Super Bowl, la gran final del fútbol americano, el gran evento deportivo del año en Estados Unidos, el partido capaz de paralizar el país como ningún otro. Desde Europa puede costar comprender la magnitud de este acontecimiento, protagonizado por el deporte rey entre los estadounidenses, que incluso es parte de la identidad de sus ciudadanos, pero que aquí tiene un seguimiento aún marginal.
Todas las cifras que rodean a este evento son apabullantes. En esta edición LVII, que enfrentará a los Philadelphia Eagles y los Kansas City Chiefs, las entradas, por ejemplo, cuestan entre 3.800 y 23.000 euros, cifras que se dispararán en reventa. Y se venderán todas, como en cada edición, salvo en las marcadas por la Covid.
La audiencia superará los 100 millones de espectadores, solo en EEUU, a lo que habrá que sumar otro tanto en el resto del mundo. Así, la NFL, la organización detrás de la competición, vendió en 2021 sus derechos de televisión por más de 110.000 millones por 11 años.
Para mantener estas audiencias en todo momento, cuidan todos los detalles. Y así nació uno de los aspectos más famosos del evento: los espectáculos del descanso. En las primeras ediciones, en el entretiempo, bandas musicales universitarias amenizaban esos minutos. Pero pronto empezaron a incluir a artistas consagrados. Ahora, para los cantantes, participar en el espectáculo del descanso de la Super Bowl supone un gran reconocimiento. Por ese escenario han pasado grandes estrellas como Sting, los Rolling, Paul McCartney, Beyonce, Shakira, Lady Gaga, Enrique Iglesias, Eminem... La protagonista este año será Rihanna.
Estas audiencias millonarias suman un valor económico adicional: la publicidad. Los anuncios que se emiten antes, durante y después del partido son los más caros. El año pasado, cada 30 segundos tenían un coste para las marcas de entre 6 y 7 millones de dólares. En conjunto, sumaron casi 680 millones de dólares. Y este año serán más caros, porque el precio no ha dejado de subir cada edición, salvo durante la crisis de 2008.
Si a esto le sumamos las apuestas, tanto online, presenciales o las más informales, que son la otra gran pata del evento a nivel de ingresos, podemos hablar de un partido que mueve más de 5.000 millones.
El origen
Es un negocio millonario. Pero, ¿de dónde surgió? ¿Cómo nació este fenómeno? Hay que remontarse a 1966. La NFL, la principal competición de fútbol americano, había nacido en 1920, y tuvo que competir con otras ligas por la supremacía. Durante años fue un deporte secundario, tapado por el éxito del baseball, el deporte rey tradicionalmente en todo EEUU.
Pero poco a poco el fútbol americano fue ganando popularidad, a tener más seguidores, y surgieron nuevas competiciones. Una de ellas es la AFL, fundada en 1960 por Lamar Hunt, propietario de los Kansas City Chiefs, cansado de que la NFL vetara su entrada en su competición recurrentemente.
La rivalidad entre ambos campeonatos provocó que en junio de aquel 1966 ambos torneos llegaran a un acuerdo para que sus ganadores se enfrentaran entre ellos, para dirimir quién era el campeón mundial. Pretencioso pero acertado.
Aquel primer partido se disputó el 15 de enero de 1967, en Los Ángeles, entre los Chiefs y los Green Bay Packers, que acabaron ganando. Hunt fue también el encargado de bautizar el encuentro como la Super Bowl, para diferenciarlo de los distintos bowls que se celebraban, que son partidos que enfrentan a dos equipos de fútbol americano por un trofeo.
Históricamente, el partido se celebraba el último fin de semana de enero, aunque desde 2004 se tomó la decisión de moverlo a febrero.
Con el evento ya consolidado, en 1970 se produjo la absorción de la AFL por parte de la NFL, que pasaban a ser dos conferencias diferentes de un mismo torneo, y que es el formato que se ha mantenido hasta nuestros días. Además, el trofeo que se entregaba a los campeones recibió un nuevo nombre, el Vince Lombardi, en homenaje a un entrenador que había fallecido ese mismo año. Hasta entonces se le conocía, simplemente, como el Campeonato del Mundo.
Los trofeos
El trofeo fue diseñado por la joyería Tiffany, es de plata de ley, pesa más de 3 kilos, y tiene un valor de unos 25.000 dólares. Se fabrica de forma artesanal, y se tarda más de 4 meses construirlo. Y se entrega en propiedad al equipo ganador.
Además, cada jugador ganador recibe un anillo de campeón. Suelen estár hechos de oro blanco y diamantes, y cuestan unos 5.000 dólares. La mayoría han sido diseñados y fabricados por una joyería de Minnesotta, hoy propiedad de Platinum Equity, aunque también ha habido ediciones de Tiffany o de Balfour.
No es lo único que reciben los jugadores campeones. También se llevan un premio por cabeza de más de 120.000 dólares, independiente de su salario. En la primera edición el premio de todo el equipo ganador no alcanzó los 15.000 dólares.