
MoviePass vuelve a la carga con la misma idea que una vez le llevó a la quiebra: una tarifa plana para asistir a las salas de cine. Pero Stacy Spikes ha aprendido de los errores de sus antecesores y no ofrecerá precios ridículos con el objetivo de acaparar clientes con la esperanza de que el producto sea rentable si se escala a gran nivel. O eso asegura, al menos.
Spikes ha concedido una entrevista a Insider donde apunta entre risas que ofrecer una tarifa plana mensual de menos de diez dólares al mes "no volverá a suceder" y afirma que están estudiando diferentes niveles de precios para lograr que el modelo sea rentable.
Tras la quiebra, Spikes, que había fundado originalmente la marca pero la vendió en 2018, volvió a adquirir el nombre de la compañía y la puso en marcha el pasado mes de agosto. Las expectativas de los clientes se dispararon, pero Spikes decidió volver a construir poco a poco, limitando su expansión a unos pocos territorios y a un número limitado de clientes. El resto podía apuntarse a una lista de espera, que ahora, cuatro meses después, podrá sumarse a esta versión de prueba del producto.
Según ha apuntado el CEO de MoviePass, aspira a que la difusión íntegra a nivel nacional pueda producirse el próximo verano, aunque no descarta que vuelva a hacerse en diferentes fases para evitar que el negocio se vaya de las manos.
De hecho, la web ha vuelto a abrir su lista de espera hasta el lunes 20. "Una vez que la lista de espera se cierre, la única forma de unirse será a través de una invitación de un amigo", advierte el portal de Moviepass.
Cabe esperar que la reapertura tenga tan buena acogida como lo hizo en agosto. Entonces, la respuesta del público fue masiva, con más de 30.000 solicitudes en los primeros cinco minutos y 463.000 en las primeras 24 horas. De hecho, la demanda superó las expectativas hasta el punto de que el servidor de la página web se vio superado y dejó de funcionar durante casi tres horas, según informó entonces Spikes.
Actualmente, el cliente tiene distintos servicios en un rango de precios de los 10 a los 40 dólares mensuales. Según lo que pague, el usuario recibe una serie de créditos que puede canjear por entradas de cine. Las sesiones matinales cuestan 10 créditos, las tardes entre semana ascienden a 15 y las de los fines de semana se van hasta los 20 créditos. Bajo esta estratificación, el plan más barato permite visionar entre una y tres películas al mes, mientras el más caro daría acceso a una película al día y solo está accesible en unas pocas zonas. Además, en el caso del sur de California y la zona metropolitana de Nueva York, los precios se duplican.
Al contrario que cuando surgió en 2011, MoviePass tendrá que enfrentarse ahora a las grandes cadenas de exhibición que han puesto en marcha un modelo de negocio similar. Compañías como AMC, Regal o Cinemark ya tienen sus propias tarifas de descuento para fidelizar clientes. Además, no parece que la empresa de Spikes vaya a repetir errores del pasado, como ofrecer una película al día pagando solo 10 dólares al mes (una tarifa que ni siquiera alcanzaba el precio de una sola entrada), lo que quemó rápidamente la liquidez de la firma pese a la descomunal escalada de clientes. Sí, MoviePass superó los tres millones de suscriptores en su momento álgido, pero sus tarifas resultaban absolutamente insostenibles en comparación con sus costes.