
Investigadores españoles han desarrollado un corcho que conserva el vino intacto una vez abierta la botella. Muy útil en estas fechas navideñas.
"El vino está vivo. Envejece. Y si envejece demasiado, malo". Son palabras de Miguel Suffo, profesor de la Universidad de Cádiz (UCA) y principal desarrollador del innovador tapón que conserva los caldos en perfectas condiciones una vez abierta la botella (foto superior). Muy útil en estas fechas navideñas de brindis y descorches.
Sus prototipos de tapones vienen a dar solución a la conservación de las botellas abiertas. Los expertos mantienen que la vida de un caldo depende de su tipología. Cuantos más taninos tenga el vino, más dura porque estos tienen un efecto protector. Si es un blanco o rosado, tres días. Igual que si es un tinto envejecido. Si es joven, una semana. ¿Y si es un espumoso? las burbujas se perderán entre uno o dos días. Los que mejor aguantan, los de Oporto o de Jerez, gracias a los azúcares.
La oxidación del vino
Una vez que descorchamos una botella comienza el proceso de oxidación. El vino, al contacto con el oxígeno, libera sus aromas. Por eso movemos ligeramente la copa dibujando círculos, para disfrutar de la cata en boca y en nariz. Por eso, también, lo decantamos: para que despierte. Además, el oxígeno ayuda al envejecimiento, pero este proceso no tiene vuelta atrás. Cuando la botella se encuentra abierta durante un tiempo prolongado, el vino se oxida y pierde propiedades. Aquí es donde entra el trabajo de los investigadores españoles que han desarrollado el tapón de alta durabilidad, inalterable a la torsión y reutilizable. Es decir, soporta ciclos de apertura y cierre sin desgastarse.
Ingenieros de las universidades de Cádiz y Huelva, en colaboración con los Institutos de Ciencias Materiales y de Recursos Naturales y Agrobiología, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Sevilla, son los artífices del nuevo cierre de corcho para vinos y para espirituosos. En un principio, el equipo multidisciplinar analizó 18 prototipos, tanto su composición como su comportamiento, atendiendo a parámetros físico-químicos, como torsión, densidad, porosidad o humedad. El prototipo final se adecúa al cuello de la botella una vez descorchada y permite cerrarla de nuevo sin sufrir desgaste. Además, y esto es lo mejor, su uso no interfiere en las propiedades organolépticas del licor, ni modifica su olor ni su sabor.
Para entender la importancia del corcho en la óptima conservación de la bebida, hablamos con el profesor Suffo, titular del departamento de Ingeniería Mecánica y Diseño Industrial de la Escuela Superior de Ingeniería de la UCA: "El vino y el corcho hacen una sinergia especial. El corcho le aísla del exterior y le protege de oxidaciones exteriores". Y añade: "El tapón se llama cabezudo porque está compuesto por una espiga de corcho aglomerado y en la cabeza lleva una corona de plástico".
En cuanto a su composición, Suffo detalla: "Es un aglomerado de corcho, compuesto por materia orgánica y por otros elementos que le dan propiedades diferentes, como la viscoelasticidad, la resistencia a la torsión y una densidad especial. Todo esto el corcho natural no lo tiene". Unas propiedades extraordinarias que aseguran una mejor conservación de la bebida.

"Reduce ese olor a corcho"
El corcho natural no aglomerado aporta al vino un aroma propio de los contaminantes naturales que tiene la madera. El nuevo diseño, al tener microesferas o micropartículas de corcho natural, resinas y plásticos, "reduce ese olor a corcho". En cuanto a durabilidad, es indestructible. Ha sido sometido a un ensayo de prensa de torsión para testar su viscoelasticidad.
Le preguntamos cómo surgió esta idea. "Una empresa taponera vino a la universidad de Cádiz a plantearnos el reto de sacar al mercado un nuevo corcho para competir con los líderes. Eso nos sorprendió. Lo que proponían era recuperar el sector del corcho para una empresa de tapones centenaria. De esa idea surgieron varios prototipos, de los que se sacó uno como producto final, que hemos llamado V1. O sea, validado 1. Está ya comercializado".
España, el viñedo del planeta
El sector vitivinícola está ligado al turismo gastronómico y es marca España. La facturación en bodegas alcanza 5.381 millones de euros al año, según datos la Federación Española del Vino. Además, de las 4.133 productoras, 3.536 son exportadoras. Los vinos españoles se venden en 189 países. En el ránking mundial, España es el primer viñedo del planeta y el tercer productor.