
Tres Reeves, de 27 años, contaba en CNBC Make It que mucha gente le ha asegurado que no se debe conocer a alguien (alguien con quien se quiera tener algo de futuro) en un bar, pues esas situaciones suelen terminar con una de las dos personas, o con ambas, queriendo simplemente mantener relaciones.
El mismo ha asumido ese mensaje, y recomienda evitar los bares para primeras citas, porque uno no sabe qué percepción dará a la otra persona. Acude a su experiencia personal para pregonar la eficacia de este consejo, ya que asegura que sus mejores citas no involucraron ni una gota de alcohol, y que su relación más duradera comenzó de la misma forma.
Una tendencia creciente
"En una de mis citas fuimos de picnic, porque a ella le gusta estar en el exterior y yo siempre tengo hambre", comentaba Reeves. "Fuera era agradable y mantuvimos una conversación mejor. Tras terminar, pudimos dar un grato paseo porque estábamos en un parque. Y no teníamos límite de tiempo", añadía.
El joven forma parte de una comunidad creciente de personas que reniegan de los efectos del alcohol en la primera cita. Por ejemplo, de acuerdo con los datos aportados por la aplicación de citas Hinge, 3 de cada 4 usuarios dice que ir a beber algo no es su actividad favorita.
En la más conocida Tinder, que se centra en citas casuales y no pensadas para el largo plazo, el 72% de los usuarios afirma beber de manera ocasional, o no hacerlo en absoluto. Además, el 25% cuenta que bebe menos en sus citas con respecto a hace un año.
La influencia de la pandemia
El director de Ciencia de las Relaciones en Hinge, Logan Ury, dice que: "El Covid realmente ha redefinido las citas. Antes se trataban de ir a por una bebida a un bar, pero durante la pandemia esto no se podía llevar a cabo, por lo que la gente tuvo que ponerse más creativa".
Hinge cuenta con una opción que permite a los usuarios hacer una pregunta a las personas con las que conectan. Pues bien, la segunda opción más escogida era precisamente "En vez de ir a beber vamos a...". Sin embargo, puede deberse también a una corrección, tras el aumento de la ingesta de alcohol durante la pandemia. Por ejemplo, según los datos de la compañía de información Nielsen, en el caso de Estados Unidos la venta de alcohol aumentó un 234% en marzo de 2020, con respecto a un año antes.
Las consecuencias en la salud
De manera simultánea al aumento en el consumo de alcohol, se produjo un deterioro de la salud mental del país en su conjunto. Para julio de 2020, el 40% de los adultos admitía tener síntomas de ansiedad o depresión, frente al 10% de julio de 2019, según una encuesta de la Fundación Kaiser Family.
Además, el empeoramiento de los síntomas se hizo especialmente patente en jóvenes que tenían entre 18 y 29 años. Ariadna Capasso, directora de investigación y evaluación en Health Resources in Action, asegura que ambos hechos están relacionados. Y es que casi el 60% de las personas con ansiedad dijeron estar bebiendo más, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Nueva York. Lo propio sucedía con el 41% de los que sufrían depresión.
Capasso lo achaca a que "mucha gente utiliza el alcohol como medicación. Bebes porque estás deprimido, y te deprimes incluso más una vez que desaparecen los primeros síntomas. Esto crea un ciclo". Volviendo a Hinge, las razones por las que prefieren no beber son variadas, aunque el 45% afirma que es porque priorizan su salud mental.
Una falsa sensación de comodidad
Este motivo de rechazo por el alcohol evita una consecuencia que produce esta sustancia, la cual se llama "miopía por alcohol". Esto significa que el cerebro de la persona se centra más en eventos inmediatos, dejando las consecuencias futuras en un segundo plano. Esto es precisamente lo opuesto al motivo que dio ese 45% en Hinge.
Cabe resaltar también que, de acuerdo con los datos aportados por la compañía Match, el 50% de los solteros afirmaba en 2022 que habrían sido más felices el último año si hubieran tenido pareja, frente al 35% de 2021. Por ejemplo para Amro Alhelawe, joven de 28 años, la pandemia simplemente normalizó una preferencia que él ya tenía. "[El alcohol] es una especie de apoyo, te ayuda a sentirte de una forma más cómoda, aunque falsa, pero cuando estás en una cita quieres aprender quién eres de verdad con la otra persona", sentencia.
"Me tomaré una bebida si es lo que la otra persona me pide, pero en mi cabeza es algo menos serio. En mi experiencia, se trata más bien de una propuesta más informal", añade. Además, cree que el alcohol puede estropear una conexión, en caso de que pueda darse. "He tenido un par de experiencias en las que me he emborrachado un poco y es muy divertido. Pero en los próximos días uno siente que eso no ha sucedido realmente".