
La 'crianza con apego' es un método que, al contrario que las maneras más tradicionales, saca las consecuencias del meollo de la cuestión. Esta aproximación compatibiliza el hacer cumplir las reglas con una mayor cercanía para reconocer cómo se sienten los hijos.
"La crianza con apego se concentra más en respetar a los niños y su individualidad, así como mostrar empatía y conectar", explica la psicóloga infantil del Grupo de Terapia Williamsburg, Irina Gorelik. Esto, añade, no quiere decir que no haya disciplina.
Este método de crianza busca el mismo resultado que aquellos tradicionales, aunque escoge otro camino para ello. Se trata de dirigir a los hijos basándose en el entendimiento, y no en los castigos.
Los beneficios que reporta
De entre los beneficios que reporta esta manera de relacionarse y educar a los niños, destaca la capacidad que estos adquieren para aumentar su confianza y su capacidad para regular sus propias emociones. También puede disminuir las peleas de poder que se dan en algunas familias, lo que consecuentemente mejora las relaciones, e incluso la comunicación familiar.
"Cuando se piensa en ejecutar las normas, puede ser útil etiquetar y validar las emociones subyacentes, mientras se sitúan unos límites claros", especifica Gorelik.
Estos son tres ejemplos que la experta ofrece para mostrar la forma que podría tomar la "crianza de apego" en la práctica.
Tu hijo desea un juguete
En esta situación, el niño desea un juguete durante un trayecto usual hacia una tienda de alimentación:
"Vamos a ir ahora a la tienda y podremos ver cosas que quizás nos gusten y queramos comprar. Vamos a comprar comida para cenar, así que te puedo ayudar a comprar un tentempié que te guste para el colegio".
Si el niño comienza a preguntar por cosas que no se le van a comprar:
"Ya veo que realmente quieres este juguete, y como parece tan divertido entiendo que lo quieras. Pero hoy no vamos a buscar juguetes, aunque se que esto te molesta...". Aquí se les puede recordar lo del 'snack' para recompensarles.
Tu hijo quiere seguir jugando
Si el niño está jugando con algo (por ejemplo a videojuegos) y no quiere prepararse para salir de casa, antes de salir se le puede decir: "Ya se que quieres quedarte en casa y seguir jugando. Puede parecer injusto, a mi a veces también me gustaría quedarme, pero no puede ser. Tenemos que irnos".
Si el niño se niega a colaborar, se puede endurecer el tono: "Se acabó el tiempo de juego. Ya se que no es fácil dejar de hacer cosas divertidas. Puedo ayudarte a apagar la consola (o tablet, o teléfono, o televisor...), o puedes hacerlo por ti mismo".
Incluso si a estas alturas el niño sigue sin querer obedecer, se puede actuar sin ser demasiado duro: "Parece que te está costando demasiado, así que lo voy a apagar yo por esta vez".
Peleas entre hermanos
Si se tienen varios hijos, y estos han recurrido a golpearse por una cuestión relacionada con un juguete: "Me parece bien que quieras ese juguete y entiendo que estés enfadado, pero no te voy a permitir que pegues a nadie".
Tras esto se puede separar a los hermanos y ayudarles a tranquilizarse. Cuando estén calmados, se puede hablar con ambos (o con uno) para ver qué pueden hacer diferente la próxima vez que se frustren con un hermano o con un amigo".
De acuerdo con Irina Gorelik este ejemplo, así como los dos anteriores, sirven para ayudar a los hijos a entender las situaciones, a la vez que se les enseña a reconocer y tratar con sus propios sentimientos".