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Por qué predecir la muerte podría modificar el valor que le damos a la vida

  • El ser humano lleva varios milenios intentando predecir la muerte
  • En el siglo XVIII se empezó a tratar el tema de una manera más científica
  • En 2021 se desarrolló la forma de descubrir el perfil más propenso a morir
Escultura de "El beso de la muerte" en Poblenou, Barcelona (Dreamstime).
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A lo largo de la historia humana, muchas personas parecen haber intentado predecir su propia muerte y la de los demás. Por ejemplo, en la China del Neolítico, los videntes desarrollaban una práctica que consistía en la lectura de los huesos.

No fue la única cultura cuya curiosidad les llevó a querer conocer la respuesta a una pregunta tan singular. En la Antigua Grecia se adivinaba el futuro atendiendo a los vuelos de las aves, y en Mesopotamia se recurría a entrañas de animales buscando la misma respuesta.

Muchas más prácticas se llevaron a cabo hasta que, en el siglo XVIII, el arte de la predicción se acercó un poco más a la ciencia. El experto matemático y en probabilidad Abraham de Moivre utilizó las ecuaciones para intentar calcular su propia muerte. Sin embargo, desde entonces y hasta la actualidad se ha seguido intentando sin éxito. 

Hacer realidad el deseo de de Moivre

En junio de 2021 se descubrió la primera medida eficaz para determinar la longitud de una vida humana, con un conjunto de datos de 5.000 mediciones de proteínas, provenientes de alrededor de 23.000 islandeses. De acuerdo con el comunicado de prensa de los investigadores en deCODE Genetics en Reikiavik, estos desarrollaron una herramienta para saber "cuánto tiempo de vida le queda a una persona".

Una tecnología realmente capaz de algo así puede trastocar la forma en la que la gente es consciente de su mortalidad. Para la mayoría de personas, la muerte es una consideración vaga, pero si alguien supiese el momento en el que dejará de existir, entonces ya no se daría esa visión del deceso como algo lejano y poco probable. También podría hacer que a gente probase terapias y formas novedosas de desafiar a la probabilidad.

En caso de lograrse una predicción detallada, la persona en cuestión trataría de evitar el evento que desencadena su muerte, para esquivar el fatal resultado. Además, una tecnología capaz de tal hito conllevaría a un juicio de valor sobre la vida: ¿más cantidad de vida, o mayor calidad de vida?

¿Cómo funciona esta predicción?

El trabajo de Kari Stefansson y Thjodborg Eiriksdottir observó que las proteínas individuales del ADN humano se relacionan con la mortalidad en general, lo que quiere decir que en varios casos de decesos se encuentran "perfiles proteicos" similares. Eiriksdottir asegura que pueden medir estos perfiles con una simple muestra de sangre, viendo en el plasma sanguíneo una especie de reloj de arena que marca la cuenta atrás.

Los científicos los llaman "biomarcadores de seguimiento de mortalidad", y existen hasta 106 tipos que ayudan a predecir la mortalidad del individuo analizado.  En resumen, es un proceso por el que se pueden medir miles y miles de proteínas a la vez. 

El resultado de este trabajo no son, obviamente, una fecha y hora exactas. Lo que esta herramienta hace es proveer a los médicos de la habilidad para predecir con acierto el porcentaje de pacientes que más probablemente fallecerán, así como el porcentaje de aquellos que menos probablemente morirán. Esto no se parece mucho a una bola de cristal, pero es un pequeño salto hacia delante. 

Una mayor utilidad

Los investigadores de deCODE buscan ahora mejorar el proceso para darle una mayor utilidad. Por tanto, se sumen en una carrera por ver quién desarrolla la primera tecnología que verdaderamente sea capaz de predecir la muerte, incluyendo un algoritmo de inteligencia artificial  para cuidados paliativos.

En el comunicado de prensa, deCODE alabó la capacidad de los biomarcadores para realizar predicciones con grandes muestras de población, requiriendo solo pequeñas muestras  de sangre individuales. Según Stefansson: "Puedes comparar fácilmente grandes grupos de forma estandarizada". Sin embargo, los tratamientos estandarizados no son adecuados para las muy diversas necesidades de cada paciente individual.

¿Qué pasaría si una tecnología como esta fuese más allá de los laboratorios, y adquiriese uso en situaciones de la vida real? En la era de la pandemia de coronavirus, es la primera vez que se han puesto en marcha maneras de obtener datos de predicción de mortalidad en una escala tan amplia, rozando los límites de lo que se pueden considerar 'simples y fríos cálculos'.

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