
Está costando, pero ya parece que por fin tanto gobiernos, empresas como ciudadanos de a pie estamos entendiendo la gran importancia de la concienciación medioambiental. Aun así, para muchos sigue sin pasar de la teoría este relevante asunto que afecta a todo el mundo en la actualidad y, de ahí, surgen conceptos como el greenwashing, que poco o nada tiene que ver con el ecologismo aunque lo sugiera el término inglés. ¿Cómo actúa? ¿Es posible identificarlo rápidamente?
Qué es el 'greenwashing'
El greenwashing puede traducirse como lavado verde o, dicho de otra forma, hacerse pasar por ecofriendly cuando realmente no se es. Claramente es una mala práctica que, desafortunadamente, se observa en más de una empresa en la actualidad. Ante la presión social generada por la protección del medio ambiente y la concienciación ecológica, estas han mal entendido que ser verdes las acerca más al gran público. Así que lejos de comportamientos sostenibles y ser verdaderamente responsables con el entorno, lo único que les interesa es dar una imagen más cercana a estas demandas para conseguir vender más.
En el fondo, nada cambia: estas organizaciones siguen siendo tan contaminantes como siempre y están a años luz de dicho compromiso medioambiental que objetivamente no practican.
Cómo identificarlo rápidamente
En todo esto las estrategias de marketing desempeñan un rol fundamental. Es el denominado como marketing verde, es decir, aquel cuyo fin principal es dar a entender al público que tienen un gran respeto por el planeta. Para ello, es típico el uso del color verde o de claims que incluyen palabras tan capciosas como bio o producto orgánico. Estas son otras señales que ayudan a descubrir a estas falsas empresas ecológicas.
Una técnica muy común que emplean estas organizaciones topo para ensalzar su faceta más ecológica es volverse parcialmente verdes. Por ejemplo, resaltan su carácter natural solo porque sus productos contienen uno o dos ingredientes que lo son, mientras que el resto son químicos.
La segunda estrategia más habitual es el uso indiscriminado de sellos bio como prueba fehaciente de que el producto en cuestión efectivamente muestra su compromiso con el medio ambiente. Son logotipos creados por las propias empresas, por lo que saber reconocer a golpe de vista cuáles son los certificados oficiales evitará la compra de un artículo verde falso.
La tercera estratagema más utilizada es la de crear anuncios o escribir en las etiquetas de los productos datos excesivamente complejos que acentúen sibilinamente el fuerte compromiso de la organización con la naturaleza. Esto solo tiene una meta: dificultar al consumidor que verifique los datos y termine por desistir. Por tanto, lo más acertado es fiarse de aquellas marcas que dan una información clara y concisa sobre la composición de sus artículos al consumidor final.
Estas tres embaucadoras acciones son las más flagrantes, pero hay muchas más: hacer afirmaciones ecofriendlys que no se pueden confirmar, o aliarse de cara a la galería con asociaciones o entidades sin ánimo de lucro en defensa de la naturaleza o que luchen contra el cambio climático son solo parte de un comportamiento ilícito que busca simplemente aprovecharse para vender más.
La información, como siempre, es poder. Acabar con el greenwashing es tarea de todos.