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¿Cuáles son los motivos para realizar nuevas misiones tripuladas a la Luna?

  • La expectativa de gasto hasta 2025 arrojará la cifra de 93.000 millones de dólares
  • Un asentamiento definitivo serviría como plataforma de lanzamiento para nuevas misiones, reduciendo costes y riesgos en el futuro
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En marzo de 2019, el gobierno de Donald Trump encargó a la NASA la misión de volver a la luna en el 2024, medio siglo después de la primera incursión. Sin embargo, debido a las dificultades generadas por el corto plazo de tiempo y la escasez de financiación, finalmente la misión ha sido aplazada sin fecha fija.

Antes, sin embargo, se enviará la nave Artemis 1 en un vuelo sin tripulación de entre cuatro y seis semanas, con el objetivo de recabar información que será utilizada en las próximas misiones tripuladas, ya que la NASA pretende establecer en la Luna una presencia sostenida.

China y Japón tienen el mismo objetivo. Pero, ¿realmente merece la pena invertir recursos en este tipo de misiones?

"La conquista de nuestro satélite vecino debería ser, ahora mismo, nuestra prioridad principal, puesto que un asentamiento definitivo en la luna con una actividad industrial floreciente redundarían en el bienestar del ser humano, la conservación de nuestro planeta y nuestra evolución como especie", explica, al respecto, Javier de Cos, director del Ictea, Instituto de Ciencias y Tecnologías Espaciales de Asturias. "Este futuro asentamiento -añade-, más allá de permitirnos adquirir experiencia en el desarrollo de sistemas de soporte de vida en condiciones extremas de temperatura y radiación, servirá como plataforma de lanzamiento para nuevas misiones, reduciendo costes y riesgos en misiones futuras".

Según este experto, existen multitud de razones para seguir explorando nuestro satélite, en las distintas áreas de la ciencia. Por ejemplo, destaca que para un geólogo los motivos se centrarían en "estudiar los indicios geológicos de la formación temprana del sistema tierra luna y los rastros geológicos que esta última mantiene intactos en su superficie y que en la tierra han desaparecido por procesos naturales de erosión o quizás centrará sus intereses en estudiar comparativamente la influencia del impacto de asteroides en ambos cuerpos y como estos han cambiado la historia geológica de la tierra y podrían afectar a su futuro", igual que en el área médica "resulta fundamentar entender los problemas y ventajas que para el organismo supone pasar largos periodos en condiciones de baja gravedad y alta radiación. Es en este campo donde se abren nuevas puertas para el tratamiento de algunos tipos de cáncer o de patologías relacionadas con la pérdida de masa ósea y muscular".

Asimismo, considera que, desde un punto de vista económico, "los recursos minerales y energéticos existentes y por descubrir en nuestro compañero rocoso permitirían sin duda rentabilizar las gigantescas inversiones que serían necesarias para su adecuada explotación".

Por último, incide en el hecho de que la luna puede servir como campo de pruebas "para el desarrollo de todas las tecnologías que son y serán necesarias en la conquista del espacio".

De Cos, afirma que, aunque sabemos mucho sobre la superficie lunar, aún queda más por descubrir. Por ejemplo, destaca el desarrollo y puesta a prueba de distintos procesos de extracción y depuración de oxígeno in situ como campos de trabajo con amplio potencial.

Los costes de la misión Artemis

De acuerdo con la información proporcionada por el Ictea, en marzo de este mismo año la NASA actualizó su estimación de costes para el programa Artemis, pasando de los 500 millones de dólares por misión originalmente presupuestados a una cifra cuatro veces mayor. "Y eso teniendo en cuenta únicamente los costes de producción y operación en tierra, lo que dejaría sin contemplar todos los costes de desarrollo -explica Javier de Cos-. Es, así mismo, necesario tener en cuenta que estas estimaciones están basadas en el uso del cohete gigante SLS (Space Launch System) y la cápsula Orión. Hay que tener en cuenta que podrían emplearse alternativas más 'económicas' como la Starship de Elon Musk (cofundador y director de Tesla, SpaceX, Neuralink y The Boring Company)".

Este experto, explica que, según los datos arrojados por la última auditoria al programa Artemis, la expectativa de gasto hasta 2025 arrojará la cifra de 93.000 millones de dólares, con la expectativa de una primera misión tripulada que no llegaría antes del 2026.

Para contribuir a estos gastos, existen fondos en Europa como Echiquier Space, el primer fondo dedicado al espacio y su ecosistema lanzado en Europa. Es un fondo temático de alta convicción, lanzado el 31 de mayo de 2021, que trata de seleccionar posiciones en el conjunto del ecosistema espacial y prioriza aquellas que contribuyen al desarrollo de una industria espacial sostenible. El equipo de gestión se apoya en un código ASG específico para los retos espaciales, que permite evaluar el compromiso de las empresas con los desafíos climáticos o la gestión de la basura espacial. 

La estrategia de este fondo pone el foco en cuatro perfiles de empresas: las que operan desde el espacio, como la industria de observación de la Tierra; desde nuestro planeta; entre la Tierra y el espacio, por ejemplo, la industria de los satélites; y, por último, las empresas que desarrollan tecnologías relacionadas con el espacio, como la impresión 3D.

Esta temática de inversión es de largo recorrido y el potencial de la revolución espacial no tiene precedentes: el mercado espacial, que actualmente está valorado en 400.000 millones de dólares, podría alcanzar los 2,7 billones de dólares de aquí a 2045.

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