La sexta ola del coronavirus empieza a dar visos de haber alcanzado ya su pico y comienza a descender en casi todas las regiones de España. Muchos esperan que baje tan rápido como subió, igual que ha ocurrido en otros países, como Reino Unido o Sudáfrica, pero hará que esperar para ver cómo evoluciona en nuestro país el índice de contagios.
Y es que, de momento, ómicron sigue causando estragos entre la población y, cada vez, son más los síntomas que produce en los infectados por esta variante. A los habituales dolores de cabeza, tos seca, congestión nasal, dolor de garganta, dolor muscular, fiebre leve o febrícula- se le ha sumado hace muy poco el dolor de oído.
Lea también: ¿Habrá séptima ola del coronavirus?: un reputado científico se moja sobre el final de la pandemia
Ómicron está más relacionado con afecciones de las vías altas, por lo que los síntomas que más se aprecian en la actualidad con respecto a esta mutación son muy similares a los del resfriado común. Por atacar las vías altas, es muy posible que se desarrolle a raíz de ahí una molestia notable en los oídos.
Sin embargo, hay un alto porcentaje de los infectados en España, en torno a un 10% (500.000 personas), que padecen secuelas del virus aunque la gran mayoría lo desconocen. Se trata de síntomas de toda índole, la mayoría leves, que conviven con la persona que los sufren durante meses desde el momento de la infección. El nombre técnico de esta dolencia es covid persistente.
El covid persistente, la secuela silenciosa de la pandemia
El pasado 8 de febrero, médicos de atención primaria, pacientes, enfermeros, psicólogos y farmacéuticos comunitarios se unieron en una iniciativa para afrontar esta problemática. Para ello, han creado un documento con recomendaciones para su tratamiento que presentaron ante los medios en una rueda de prensa llevada a cabo en Madrid.
Oficialmente, el "primer documento de consenso para el abordaje de pacientes con síntomas leves de COVID persistente" parte de una sola certeza: hay más preguntas que respuestas ante esta enfermedad y una falta de acuerdo en las ciencias de la salud que impiden avanzar a su investigación.
El escrito ha propuesto definir en primer lugar la enfermedad para luego poder instaurar unas medidas comunes de actuación para los pacientes que la padezcan. Así pues, el covid persistente es aquella enfermedad en la que los síntomas guardan relación causal y temporal con el diagnóstico de laboratorio o clínico de una infección previa por el SARS-CoV-2. A partir de ahí, hay más de 200 síntomas diferentes que pueden padecer las personas con covid persistente. Son la mayoría leves y perduran unos seis meses, aunque en muchos casos se prolongan de forma indefinida.
Solo 3.000 personas están diagnosticadas de covid persistente
Hasta ahora, no ha existido un consenso a la hora de definir qué es exactamente la covid persistente en España. Por ese motivo, tan solo 3.000 personas están diagnosticadas oficialmente de esta dolencia, aunque se calcula que son 500.000 las personas que pueden tener todos estos síntomas.
Navidad Sánchez, de la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (SEFAC), recordaba que desde las farmacias se pueden detectar a aquellas personas que han pasado la infección pero tienen síntomas compatibles que en principio se asocian a otros problemas de salud. La tos, el dolor muscular, el cansancio o incluso la caída del cabello pueden ser señales de alerta para los farmacéuticos, que pueden indicar tratamientos adecuados o derivar al médico.
Lea también: ¿Por qué hay personas que no se contagian de coronavirus?: una inmunóloga da la clave
Para desarrollar de buena manera este proyecto, se ha creado una comisión asesora que preside Julio Mayol y que contiene 27 recomendaciones para mejorar la identificación de estos pacientes, describir los tipos de tratamientos para aquellos síntomas que sean leves o establecer las prácticas de colaboración que se deben desarrollar entre los distintos profesionales del sector.
Así afecta el covid persistente a cada parte del cuerpo
Se desconoce por qué algunas personas sufren covid persistente y otras no, pero parece haber cuatro factores que incrementa el riesgo: altos niveles de ARN viral al inicio de la infección, la presencia de algunos anticuerpos, la reactivación del virus Epstein-Barr y padecer diabetes de tipo 2.
Y aunque aún falta mucho por investigar, comienza a haber varias evidencias sobre cómo afecta el llamado 'long covid' a cuatro partes del cuerpo humano: el sistema inmunitario, el sistema circulatorio, el cerebro y los pulmones.
El sistema inmunitario
Las personas con covid persistente tienen sus sistemas inmunitarios alterados. Muchos científicos creen que una disfunción inmunitaria crónica después de una infección con coronavirus podría desencadenar una cadena de síntomas en todo el cuerpo. Una de las opciones es que el cuerpo siga combatiendo lo que queda de coronavirus.
Los expertos también han encontrado algunas pruebas de que el SARS-CoV-2 puede desencadenar una respuesta autoinmune perdurable y perniciosa. En los análisis se han descubierto niveles de anticuerpos extraordinariamente elevados, los cuales atacan por error los propios tejidos del paciente muchos meses después de la infección inicial.
Para la elección del tratamiento, será fundamental identificar los problemas principales presentes en la enfermedad de cada paciente, tal y como explicó Akiko Iwasaki, inmunóloga en la Universidad de Yale (EEUU).
El sistema circulatorio
Algunos primeros estudios indican que es probable que un mal funcionamiento del sistema circulatorio afecte el flujo de oxígeno que viaja hacia los músculos y otros tejidos, lo que restringe la capacidad aeróbica y provoca una intensa fatiga. Por este motivo, muchos de los infectados por coronavirus se cansan con facilidad tras pasar la enfermedad.
Hay algunos expertos que creen que esto se deba a que la inflamación crónica puede dañar las fibras nerviosas que ayudan a controlar la circulación, a lo que se le llama neuropatía de fibras pequeñas. Estas fibras afectadas, que se pueden detectar a través de una biopsia de la piel, están relacionadas con la disautonomía, una falla de las funciones no voluntarias, que es muy habitual en los pacientes con covid persistente. También hay algunos investigadores que han encontrado coágulos de sangre microscópicos.
El cerebro
El coronavirus ha afectado de forma severa a nivel neurológico a muchos pacientes que han pasado la enfermedad de forma muy grave. Sin embargo, hasta las personas con casos leves han podido experimentar un deterioro cognitivo prolongado, el cual incluye una disminución de la atención, de la memoria y la dificultad para encontrar las palabras.
La ciencia ha descubierto un amplio abanico de alteraciones en el cerebro de los pacientes con covid persistente. Michelle Monje, una neuróloga de la Universidad de Stanford, ha asegurado que aunque no se sabe bien con qué frecuencia el covid penetra de manera directa en el cerebro, al parecer, incluso las infecciones leves provocan una inflamación considerable en este órgano.
Los pulmones
Y, finalmente, los pulmones. La gran mayoría de las personas que se han contagiado de coronavirus de forma sintomática han experimentado dificultades para respirar. Esto se prolonga en el tiempo para aquellos pacientes de covid persistente. No obstante, los resultados de los estudios que por lo general se hacen a los pulmones casi siempre son normales.
Gracias a la resonancia magnética, un equipo de científicos británicos ha descubierto indicios preliminares de daño pulmonar en un pequeño grupo de pacientes con long persistente que nunca habían llegado a ser hospitalizados. Las imágenes detalladas de su función pulmonar indicaban que la mayor parte de los pacientes captaban el oxígeno de manera menos eficiente que las personas sanas, incluso cuando la estructura de sus pulmones parecía normal.