Sam Bankman-Fried, con un patrimonio actual (según la revista Forbes) de 26.500 millones de dólares es, aparte de uno de los grandes magnates del planeta, el veinteañero más rico del mundo y segundo de toda la historia con el permiso de Mark Zuckerberg. Con tan solo 29 años, este californiano es considerado uno de los capos de las criptomonedas y uno de los mayores beneficiados del auge de esta moneda digital.
Fundador y CEO de FTX, un exchange de criptomonedas en el que los usuarios pueden intercambiar dinero fiduciario por bitcoin o Ethereum, Bankman-Fried creció leyendo a Harry Potter, viendo los partidos de los San Francisco Giants y jugando a videojuegos como Starcraft o League of Legends. En 2014 terminó la carrera de Física, lo que le llevó a plantearse ser profesor y seguir así la estela de sus padres.
Su primer gran trabajo vino de la mano de Jane Street Capital, donde Bankman-Fried destinó casi la totalidad de su salario de seis cifras a las donaciones. Tres años después, en 2017, decidió fundar su primera empresa, Alameda Research, para la que fue necesaria una inversión de 1 millón de dólares. Fue su primer contacto con el arbitraje y no pudo empezar mejor, ya que en enero de 2018 movía 25 millones de bitcoins al día. "Me involucré en las criptomonedas sin tener idea de lo que eran", dice.
Como todo buen empresario, Bankman-Fried dio un paso adelante con estos intercambios de cifrado y fundó FTX, su actual empresa que le aporta unos beneficios del 50%. Esta firma ha experimentado tal crecimiento que ha pasado en 2020 de tener 200.000 usuarios con los que operaba 1.000 millones de transacciones al día a, en 2021, a contar con 2 millones de usuarios. "Es un fenómeno, ha logrado mucho hasta ahora y tiene el respeto de los inversores", indica el conocido hombre de negocios Kevin O'Leary.
"No deberíamos pensar que las criptomonedas serán el terreno más fértil para trabajar para siempre"
Dinero llama a dinero y buena prueba de ello es la velocidad con la que muchos inversores fueron seducidos por Sam Bankman-Fried. En enero de 2020, empresas de capital riesgo como Pantera Capital y Exnetwork Capital inyectaron 40 millones de dólares en un negocio con una valoración de 1.200 millones de dólares. Tras seis meses, todos los inversores de capital riesgo querían una parte de FTX. Como muestra de su crecimiento, en 2019 le recompró a Binance su participación por 2.300 millones de dólares (seis meses antes, Binance inyectó unos 70 millones en FTX).
Las criptomonedas le han dado mucho a Sam Bankman-Fried, aunque bien sabe que no es un negocio en el que le tenga mucha fe. No es para nada un evangelista criptográfico. De hecho, ha dicho en más de una ocasión que si le surge un modelo de negocio en el que crea más, o incluso que le otorgue más dinero, no se lo pensará dos veces a la hora de invertir en él y dejar las criptomonedas a un lado. "Hay un mundo amplio fuera, pero no deberíamos pensar que las criptomonedas serán el terreno más fértil para trabajar para siempre".
Ahora, Bankman-Fried anda envuelto en operaciones de marketing relacionadas con su empresa. En junio de 2021 pagó 210 millones de dólares para estampar su firma en TSM, equipo líder de los deportes electrónicos (e-sports), pasando esta compañía a llamarse TSM FTX. También acordó la compra de los 'naming rights' del pabellón de los Miami Heat por 135 millones de dólares, tomando el relevo de American Airlines como patrocinador del nombre del pabellón. Y por último, lanzó una campaña publicitaria de 30 millones de dólares para promover FTX a través de embajadores como O'Leary de Shark Tank, la leyenda de la NFL Tom Brady y la superestrella de la NBA Stephen Curry. Los tres tienen capital en FTX.
Su legado
Una de las máximas de este joven millonario es la de donar su fortuna a causas benéficas. La meta del fundador de FTX es seguir amasando dinero para luego donarla, aunque de momento es de los multimillonarios menos caritativos, ya que solo ha donado el 0,1% de su fortuna, aproximadamente unos 25 millones de dólares. Sin embargo, Sam Bankman-Fried ha prometido que multiplicará exponencialmente sus donaciones si sus finanzas siguen aumentando como hasta ahora. "Hay mucho trabajo por hacer", admite, y explica que las donaciones importantes "no son una meta a corto plazo, sino a largo plazo ".