
A pesar de los esfuerzos del sector, se necesita que España apuesta por la investigación. El mejor modo para hacerlo es vía presupuestos y alcanzar de una vez el 2 por ciento sobre el PIB.
Entre las asignaturas pendientes de la economía española está la inversión en I+D+I, generadora de un empleo estable y bien remunerado. El ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque, asumió su cargo en la pasada legislatura prometiendo que pondría fin a décadas de retraso en innovación y desarrollo.
Los últimos datos presentados por la Fundación Cotec son esperanzadores. La I+D+I alcanzó 14.052 millones en 2017, con un alza del 6 por ciento. El director general de Cotec, Jorge Barrero, los calificó como "los mejores en los últimos siete años".
Sin embargo, todo depende del color del cristal con que se mire. La inversión en I+D+I salió de su tradicional 1,19 por ciento del PIB, para situarse en el 1,2 por ciento. Pero el porcentaje está aún muy lejos del objetivo del 2 por ciento ó de la media europea, que en un alarde de excelencia pasó del 2,4 al 2,7 por ciento del PIB.
Peor noticia es que de los 7.003 millones presupuestados por las Administraciones Públicas, el 47 por ciento no llegó siquiera a ejecutarse, por lo que la inversión efectiva quedó reducida a solo 3.278 millones, para desgracia del ministro Pedro Duque.
La cifra representa menos de la mitad de los 7.177 millones del sector privado, que crece por tercer año consecutivo. Además, la recuperación de esta inversión empresarial no viene acompañada de un aumento de las empresas dedicadas a esta actividad. Al contrario. En 2008, año en que se registraron cifras récord de 8.073 millones, había 15.049 sociedades innovadoras, frente a las 10.176 de 2017.
La investigación de la industria farmacéutica alcanzó 1.147 millones en 2017, equivalente al 20 por ciento del total del sector privado. La cifra crece el 5,7 por ciento con respecto al año precedente y culmina así cuatro años consecutivos al alza.
Además, según el resultado de la encuesta interna de Farmaindustria entre sus socios, el dinero destinado a investigación y desarrollo en colaboración con hospitales y centros públicos (extramuros) crece el 10 por ciento (662 millones), frente al 2,2 por ciento destinado a proyectos internos. Ello muestra que la industria farmacéutica es el principal dinamizador del tejido investigador en España.
Cabe destacar que la mayor parte de la investigación hecha junto a centros públicos se dedicó a ensayos clínicos en fases tempranas, que son los de mayor complejidad. Una circunstancia, que gracias a la implicación de los profesionales sanitarios y a la creciente participación de los pacientes, ha permitido situar España como uno de los países europeos más atractivos para los ensayos clínicos. ¡No tiremos nuestros grandes éxitos por la borda!