ESP250 Salud

El sistema nacional de salud, pilar de un modelo productivo innovador

  • La innovación también pone sobre la mesa importantes desafíos

La ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, ofrce su análisis para la revista ESP 250. En él explica cómo el sistema sanitario es el motor de la innovación en España.

Las necesidades agudizan el ingenio, los incentivos adecuados lo estimulan y las políticas juegan un papel importantísimo en la generación de conocimiento e innovación.

Desde la Administración, crear estas condiciones necesarias para la innovación y el desarrollo en materia sanitaria ha sido en buena medida posible gracias, por ejemplo, a los Planes Nacionales de Investigación, Desarrollo e Innovación.

Sin embargo, uno de los principales elementos que ha servido de tractor al desarrollo de la economía del conocimiento y de la innovación en nuestro país ha sido la consolidación de un Sistema Nacional de Salud (SNS) de carácter universal que se puso en marcha en 1986. A través de sus centros sanitarios ha sabido identificar las necesidades de los pacientes y de la ciudadanía en general, ha formado y mantenido al día la pericia de profesionales que demandaban en técnicas y nuevas tecnologías, ha puesto a disposición de los investigadores información que ha permitido desarrollar todo tipo de medicamentos o terapias innovadoras y también, ha tenido un papel en la financiación de investigación biomédica, área en la que nuestro país en uno de los más productivos de Europa.

La industria también ha realizado un intenso esfuerzo por innovar, que está permitiendo disponer diagnósticos más precisos y tratamientos menos invasivos y eficaces. En España albergamos prestigiosas empresas que comercializan productos sanitarios con una facturación de 7.800 millones de euros anuales y que posicionan a nivel internacional la industria tecnológica, exportando bienes y servicios por un valor superior a los 3.700 millones de euros. Además, estas empresas tienen un gran potencial para la generación de empleo y la atracción de talento. De ello son buen ejemplo los más de 25.000 trabajadores empleados directamente en el sector. Pero seguimos teniendo retos que abordar. El primero es que tenemos demasiados problemas sociales que atender aún y muchos de ellos se abordarán mejor a través de las tecnologías. Por ello, la innovación en salud es una responsabilidad irrenunciable para las administraciones públicas.

Sin embargo, la innovación también pone sobre la mesa desafíos importantes para nuestro país, la ciudadanía y el Sistema Nacional de Salud. El cambio tecnológico explica una parte muy importante del gasto sanitario público, por encima de la implementación de la cobertura sanitaria universal, el envejecimiento de la población o el uso de los servicios sanitarios.

Disponemos de evidencia que pone de manifiesto que cuando existe la percepción de que las innovaciones médicas comprometen la financiación de los sistemas sanitarios públicos, la incorporación de la tecnología se ralentiza. Y sabemos que conciliar los beneficios de la innovación y las tecnologías con riesgos que sean asumibles no es tarea fácil.

Pero también tenemos cientos de ejemplos sobre los beneficios de una nueva tecnología en la salud. El profesor Cutler ha demostrado que diferentes innovaciones de las últimas décadas relacionadas con los infartos de corazón, los niños de bajo peso al nacer, la cirugía de cataratas o el cáncer de mama han tenido un valor inestimable más importante que su coste inmediato.

Sin embargo, para garantizar que la innovación y la tecnología son útiles necesitamos gestionarlas bien. Debemos asegurar que beneficien a toda la ciudadanía de forma equitativa y que sean coste efectivas. Debemos desarrollar políticas sanitarias que garanticen la incorporación de tecnologías eficaces, seguras y de calidad. Si no lo hacemos así, ataremos al Sistema Nacional de Salud de pies y manos y no podrá seguir siendo este tractor fundamental de innovación que es hoy.

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