
Las energías renovables son un ingrediente esencial en la descarbonización del mix de generación y, por tanto, en la consecución de una economía climáticamente neutra. En 2020, el 44% del total de la energía generada en España fue verde; en los 10 primeros meses de 2021 la participación de las renovables en el mix creció hasta el 47,2% del total, con una producción de 100.582 gigavatrios hora (GWh), un 11% más que en el mismo periodo de 2020.
Las cifras demuestran que España avanza a buen paso en la transición ecológica, aunque aún queda lejos la meta del 74% de participación de las renovables que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec) fija para el año 2030.
Lograr ese objetivo es imprescindible para reducir significativamente nuestras emisiones de CO2 y mitigar los efectos del cambio climático ya en curso. El éxito dependerá en gran medida de la adaptación de nuestro sistema eléctrico a la nueva generación renovable requerida.
Así, integrar la nueva capacidad renovable necesaria para llegar al 74% antes de 2030 requerirá desarrollar nuevas infraestructuras y hacer un uso más eficiente de las actuales. En estos desarrollos será fundamental el refuerzo de las interconexiones internacionales. Hoy, nuestra ratio de interconexión con Europa a través de Francia no llega al 3% -respecto de nuestra potencia instalada-; sin embargo, la Comisión Europea fija un objetivo del 15% para los Estados miembros para 2030. Elevar estas ratios reforzaría la seguridad del suministro, redundaría en un mejor aprovechamiento de la producción renovable y mejoraría nuestra integración en el Mercado Interior de la Energía.
Otro de los desafíos para esta década es el desarrollo de enlaces eléctricos para interconectar sistemas no peninsulares, como el enlace que unirá la península con Ceuta, la segunda interconexión con Baleares o el proyecto de enlace entre Tenerife y La Gomera. Estas infraestructuras son vitales para asegurar la calidad del suministro e impulsar la transición energética en estos sistemas de tamaño más reducido.
Red Eléctrica invertirá 3.300 millones para lograr una red más interconectada y resiliente
Otro punto clave en el proceso de transición del sistema energético será el desarrollo de soluciones que hagan más gestionables la energía solar y la eólica. Por un lado, será necesario desplegar sistemas que permitan almacenar a gran escala la energía eléctrica procedente de estas fuentes a tarvés de las centrales hidroeléctricas reversibles.
Por otro lado, será necesario un desarrollo tecnológico de la renovable no gestionable. La innovación será clave para dotar al sistema eléctrico de recursos que permitan gestionar de manera más flexible las energías verdes y también desarrollarlas para que sean capaces de dotar al sistema de propiedades que tradicionalmente eran provistas por la generación térmica.
Red Eléctrica, actor clave
El logro de todos estos objetivos dependerá en buena medida de la planificación de la red de transporte de energía eléctrica para el periodo 2021-2026, que se espera que sea aprobada próximamente.
Por otro lado, también será estratégico el papel de Red Eléctrica. Su rol como operador y transportista del sistema eléctrico la posicionan como la columna vertebral del proceso de transición ecológica en España.

La compañía tiene un compromiso firme para lograr que la red de transporte eléctrica sea un vector clave de la transición energética. Así, a través de su Plan Estratégico 2021-2025, destinará en los próximos años más de 3.300 millones de euros al desarrollo de las infraestructuras necesarias para contar con una red más inteligente, mallada, resiliente y más interconectada con Europa.
Además del refuerzo de la red y la construcción de nuevos enlaces entre sistemas no peninsulares, la empresa contempla también el desarrollo de la interconexión submarina con Francia por el golfo de Vizcaya, que aumentará la capacidad de intercambio hasta 5.000 MW y con ella la seguridad, estabilidad y calidad del suministro eléctrico entre los dos países y con el resto de Europa. En el ámbito insular, construirá la central de bombeo hidráulico reversible del Salto de Chira en Gran Canaria, vital para alcanzar los objetivos de transición en el archipiélago: al refuerzo de la seguridad se suman beneficios como el alza de la producción renovable en un 37% y una reducción adicional del 20% en las emisiones de CO2.