
Tecnología y sostenibilidad orientada al bienestar social, hacia esa vertiente está avanzando el sector inmobiliario y lo seguirá haciendo en los próximos 15 años. El asunto es de gran interés y agradecemos a El Economista su planteamiento para celebrar su decimoquinto aniversario, una efeméride que continuaremos celebrando en los próximos años, cuando ya vivamos inmersos en un mundo aún más digitalizado que este 2021 y mucho más comprometido con las soluciones a los devastadores efectos del cambio climático.
Dentro de esos objetivos de desarrollo sostenible, Inmobiliaria Espacio aporta innovación 4.0 de última generación, trabajando en la integración de tecnologías disruptivas en todos los eslabones de la cadena de valor del mercado inmobiliario. Los nuevos materiales con acabados de baja emisión, etiqueta Ecolabel, y demás referencias de eficiencia energética internacional, como BREEAM y LEED, son algunos ejemplos de nuestra ambición por la innovación. Con esta base y la apuesta por la automatización, la construcción progresará en su industrialización, implicando dos ventajas añadidas: el ahorro de plazos y costes.
Me refería, al principio, a una transformación sostenible, pero no hay que dejar de lado la otra revolución, la digital que permite el acceso a viviendas cada vez más inteligentes, conectadas, domotizadas y seguras. El encendido y apagado en remoto de instalaciones, detectores de presencia o alarmas técnicas serán prestaciones tan habituales en nuestros hogares como en los lugares de trabajo o en los equipamientos de ocio y comercio que visitemos en nuestro tiempo libre.
Las inmobiliarias, en general, y aquellas, como nosotros, que contamos además con una especialización en los servicios de Project Management, introduciremos estos activos dentro de la oferta de nuestras promociones para mejorar no sólo la confortabilidad de las construcciones, sino también la experiencia de los compradores. Porque la tecnología, sin lugar a dudas, ha cambiado la forma de relacionarnos con nuestras viviendas.
Otra característica de los hogares que se ha convertido en determinante, sobre todo, tras los meses más complicados de pandemia y con importantes restricciones a la movilidad, ha sido la existencia de espacios al aire libre de uso privado, así como zonas amplias y comunes de esparcimiento. Un balcón, terraza, y más aún, un jardín y la proximidad a un parque es una de las nuevas y acuciantes necesidades de los ciudadanos a las que tenemos que responder las compañías inmobiliarias respaldadas por las administraciones públicas. Los planes generales de ordenación urbana deben adaptarse y contemplar esta necesidad y hacerlos converger con criterios de sostenibilidad.
La colaboración público-privada debe ser el eje de relación de las planificaciones futuras, donde las zonas verdes y espacios al aire libre tengan un papel determinante en las nuevas relaciones de los ciudadanos con su entorno más cercano. Un reciente caso de éxito lo tenemos en Caleido que gracias a su parque de más de 30.000 m2 será el nuevo pulmón verde del norte de Madrid.
Al respecto, concebimos una demanda de vivienda post-coronavirus con espacios más amplios, exteriores, un incremento de casas unifamiliares o adosadas donde la ubicación en el centro ya no es tan importante. Esperamos un interés por áreas periféricas de la ciudad con buenos accesos de comunicación y transporte. El teletrabajo ha hecho también que no tengamos que vivir cerca de nuestros puestos de trabajo.
En el futuro más inmediato, el sector afronta la nueva ley por el Derecho a la Vivienda, un borrador que se está tramitando una vez ha recibido el visto bueno del Consejo de Ministros. Con las medidas intervencionistas planteadas, sostenemos que la normativa puede llegar a reducir y encarecer la oferta en el corto plazo, una situación que no sólo esperamos que sea temporal sino que va en la línea opuesta a la verdadera respuesta que se necesita dar para favorecer el acceso de jóvenes y otro tipo de colectivos vulnerables a una vivienda. Una vez se derive en libre mercado y más suelo disponible, confiamos en que se reconduzca y evolucione en una mayor oferta y una consecuente disminución en los precios.
Para atender la demanda de financiación, se debe ahondar en la diversificación y en las diferentes fórmulas alternativas que empiezan a consolidarse tímidamente en nuestro país. El volumen de financiación de compra de suelo o proyectos de construcción a través de modelos alternativos entre nuestros vecinos europeos es ya alto, y España debe engancharse a esta tendencia. Esto redundará en una mejor financiación para los proyectos.
La diversificación que planteamos en el desembolso y préstamo, también se contempla en los espacios. Se buscan que sean más flexibles y versátiles, activos de uso mixto, que combinen, por ejemplo, los fines comerciales y residenciales.
Por último, uno de los grandes ejes del sector debe ser proporcionar bienestar al ciudadano enriqueciendo estos edificios con mayores y mejores servicios. Respondemos así a las necesidades reales de la sociedad, que prevé, asimismo, una reinterpretación de los suelos de carácter dotacional, una de las columnas vertebrales de la ciudad. Habitabilidad, accesibilidad y servicio a la última en tecnología y con una menor huella ecológica nos aproximará al futuro del sector inmobiliario, implicado en acelerar la recuperación tras la Covid-19 e impulsar la vivienda y el atractivo de nuestro país como lugar de residencia.