
La transición energética en que estamos inmersos está determinada no sólo por un cambio tecnológico, sino casi en la misma medida por el factor tiempo. El gran desafío que afrontamos como civilización es la lucha contra el cambio climático, una batalla que urge en esta carrera contrarreloj por la sostenibilidad del planeta. Es momento de tomar decisiones certeras, factibles y realistas, y suficientemente ambiciosas. Cuando hace 15 años elEconomista iniciaba su andadura, todavía faltaba casi una década para que empezáramos a hablar de estos objetivos. De igual forma, el panorama mediático era muy diferente en 2006, cuando Editorial Ecoprensa apostó por lanzar al mercado un nuevo diario económico en papel. Las nuevas tecnologías y la digitalización han cambiado tanto la forma en que generamos y consumimos energía, como la manera en que se produce y se consume la información. Ambos sectores vivimos caminos paralelos, en constante transformación, que hacen más actual que nunca la idea del escritor Isaac Asimov, que afirmaba que "es el cambio, el cambio continuo, el cambio inevitable, el factor dominante de la sociedad actual".
La transformación del sector energético es profunda y rápida. La electrificación pasará del 20% actual al 50% del consumo final en 2050, con una cuota de generación renovable superior al 85%. Sin embargo, la descarbonización no pasará solo por la electricidad, y las renovables necesitarán el apoyo de otras tecnologías para compensar su intermitencia.
Los gases renovables, especialmente el biometano y el hidrógeno, están también llamados a ser un agente activo (su demanda puede superar a la actual de gas natural); además, contribuirán a una gestión eficaz de residuos y a la economía circular. El desarrollo de tecnologías de almacenamiento, y de mecanismos de capacidad para garantizar el suministro y dotar de flexibilidad al sistema, serán también imprescindibles, al igual que el camino sin retorno hacia una movilidad sostenible. La figura del consumidor como agente activo, en la medida en la que avance el autoconsumo, será otro pilar sobre el que deberemos adaptar las infraestructuras energéticas. Y de forma transversal, la digitalización permitirá acelerar la transición para conseguir los objetivos perseguidos. "Todos piensan en cambiar el mundo, pero pocos piensan en cambiarse a sí mismos". El escritor ruso Aleksei Tolstoi definía así el afán por cambiar las cosas. Y es aquí donde Naturgy quiere contribuir desde una posición de compromiso con la transformación. Nuestra compañía quiere avanzarse a los retos que tenemos como sociedad. Unos desafíos que requieren de ingentes inversiones a las que ahora se ha unido la recuperación de la crisis causada por la pandemia. Los fondos Next Generation de la UE serán un claro ejemplo de catalizador para desarrollar proyectos que ayuden a la recuperación de la economía y aceleren la transición energética. Pero en este proceso, deben confluir tanto la inversión pública como la privada. Las empresas energéticas hace tiempo que pisamos a fondo el acelerador de la sostenibilidad y estamos dispuestas a mantener este rumbo para convertir la transición en un hecho.
Naturgy ha hecho una apuesta decidida por la reducción de emisiones y la inversión en tecnologías limpias. Fuimos de las primeras en anunciar el cierre de las centrales de carbón en 2018, y en los últimos tres años hemos incrementado más de un 30% la potencia renovable y un 33% de nuestra capacidad instalada está libre de emisiones. Este año invertiremos más de 1.000 millones de euros en proyectos renovables de Australia, España, EE.UU. y Chile, y más de 900 millones en las redes eléctricas de España para impulsar su digitalización. Naturgy, junto con el resto del sector, está preparada. Necesitamos flexibilidad y marcos jurídicos estables para contribuir a la transición energética, y para que sea justa ambiental y socialmente. El sector energético es protagonista de la actualidad, que medios como elEconomista reflejan cada día, y con especial intensidad en los últimos meses, debido al impacto de la rápida recuperación de la demanda en los mercados tras la pandemia. El papel de los medios de comunicación es ahora, más que nunca, imprescindible para que los ciudadanos conozcan la realidad de un sector complejo y puedan tomar las mejores decisiones de consumo en cada momento. Por ello, quiero felicitar a elEconomista en su aniversario, por su papel en el panorama mediático español de los tres últimos lustros, y animarle a seguir trabajando con profesionalidad, independencia y rigor. Desde su posición ha sido testigo de la vertiginosa reciente evolución del sector energético, y ha contribuido a un mejor entendimiento de este apasionante negocio, cuyo objetivo último es el desarrollo económico de la sociedad y el bienestar de sus ciudadanos.