Esbozar el futuro a 15 años de la industria financiera en general y de la gestión de activos en particular es un ejercicio complejo si lo que pretende es anticipar los resultados futuros y acertar en el diagnóstico. La alta volatilidad de los mercados, alimentada de forma significativa por la actual incertidumbre de la situación sanitaria, los elevados niveles de endeudamiento global, las distorsiones creadas por la fortaleza de la inversión pasiva y la irrupción de la inversión bajo criterios socialmente responsables son factores que serán determinantes en la evolución de la industria financiera de los próximos años.
La incertidumbre derivada de todos esos factores no es sin embargo un obstáculo para concluir que, dentro de 15 años, y también dentro de 50, a la hora de tomar decisiones de inversión habrá premisas que seguirán siendo tan válidas como lo son actualmente. Para nosotros esas premisas se centran, básicamente, en encontrar compañías de calidad, que tengan ventajas competitivas sostenibles en el tiempo, elevados retornos sobre el capital y cuenten con un equipo de gestión capaz, honesto y alineado con los intereses de los accionistas. Compañías, en definitiva, cuyo valor intrínseco no esté reflejado en su precio de cotización.
En nuestra experiencia como accionistas, hemos vivido en tiempos pasados situaciones macroeconómicas, y de mercados en general, tan complicadas como la que vivimos ahora y las que seguro viviremos en el futuro (cotizaciones en máximos, bajos crecimientos, altos niveles de deuda) pero en las que sin embargo siempre, y en todas las circunstancias, hemos encontrado oportunidades de ser accionistas de compañías que resultaron ser excelentes inversiones. Tenemos por tanto una fuerte convicción de que, dentro de varios lustros, la renta variable a largo plazo, es decir, ser propietarios de compañías cotizadas, seguirá siendo el activo que mejor rentabilidad ofrezca entre las distintas alternativas de inversión.
Por último, y en esto tampoco habrá cambios en el futuro, los inversores tendrán que seguir manteniendo altos niveles de paciencia y tolerancia a la volatilidad, dos activos escasos y muy valiosos para conseguir buenas rentabilidades.
En resumen, ante un futuro que se presenta incierto, complejo y de difícil previsión, consideramos que no hay mejor solución que centrarse en las bases y en los cimientos que han funcionado durante décadas y ante distintos escenarios huyendo de propuestas "impacientes" que prometen altas rentabilidades en activos poco volátiles.