
Bruselas y Washington prosiguen su intensa negociación a escasas dos semanas de que termine el plazo de prórroga concedido por el líder estadounidense Donald Trump. El arranque de agosto marca el plazo límite para la aplicación de aranceles a ambos lados del Atlántico a falta de un acuerdo. Y la escalada del republicano al 30% del pasado fin de semana no suaviza la conversación. De hacerse realidad la promesa de la Casa Blanca, el PIB de la eurozona podría sufrir un recorte de hasta el 1,2% el año que viene. Los sectores más expuestos e impactados por tales medidas serían el farmacéutico y el automovilístico.
Las industrias más golpeadas por la tasa arancelaria varían, en función de cada Estado miembro. El sector farmacéutico, con una cadena de suministro altamente integrada a la estadounidense sería uno de los que más sufrirían. También el sector químico, el de equipos de transporte o de fabricación de automóviles.
Los datos de Eurostat confirman tal análisis. Muestran como el sector farmacéutico es el mayor exportador de la UE a EEUU, con un volumen que asciende a 78.0000 millones de euros. Le sigue en la lista de bienes más exportados, los productos médicos, que suman 42.000 millones de euros, seguidos por los 39.0000 millones que supone el sector de la automoción. La maquinaría, aviones y motores completan la lista con 14.000 millones los dos primeros sectores y 13.000 millones el último.
Goldman Sachs estimaba un recorte del 1,2% del PIB en 2026 en la zona euro de aplicarse aranceles del 30%. Sin embargo, se trata de modelos, y el impacto final dependerá también de si la UE toma medidas de represalia y si continúa la apreciación del euro, reconoce la experta del Centro de Estudios Políticos Europeos (CEPS), Cinzia Alcidi. La UE y EEUU aglutinan la mayor relación comercial del mundo, con un 30% del comercio mundial que asciende a 1,6 billones de euros. Por eso lo que suceda entre Bruselas y Washington tendrá grandes repercusiones internacionales.
Otras perspectivas más optimistas apuntan a que un arancel del 30% entre en vigor supondría un recorte del PIB comunitario del 0,3%. "No tendría la magnitud del Covid o la crisis energética", explica el experto de Bruegel, Niclas Poitiers. Las exportaciones al mercado norteamericano, matiza, representan el 3% del PIB de la UE, por lo que podría impactar específicamente en empresas expuestas a este mercado, pero no tanto en la economía del bloque.
"España es uno de los menos expuestos de la UE", asegura el experto de Bruegel. "Algunos países se verán más afectados por su composición sectorial", complementa Alcidi. En un desglose, Irlanda tiene más números de salir damnificado, seguido de Dinamarca, porque muchos de los centros de producción farmacéuticos estadounidenses se encuentran en estos países.
"Muchas multinacionales se benefician de la fiscalidad irlandesa", analiza Poitiers en relación a las multinacionales con sede principalmente en Dublín. En el caso de Italia, su economía se vería castigada al restringirse la venta de moda, bebida y alimentación y vehículos al otro lado del charco. También Alemania y su industria: "por su sector de automóvil y sus exportaciones de equipos de transporte", indica la experta de CEPS.
Pero el equilibrio es difícil. Porque las estadísticas muestran que la economía germana es la mayor exportadora al mercado estadounidense, con 161.000 millones de euros, seguida de Irlanda, Italia, Francia, Países Bajos, Bélgica o España, esta última con 18.000 millones en exportaciones.
Por lo pronto, la lectura que se hace del movimiento del líder republicano es más de órdago que de intención real. La prórroga concedida a la UE podría, en una mentalidad como la suya, leerse como una debilidad. Elevar, por tanto, el arancel al 30% es un intento de reforzar su postura, de escalar, de recuperar el control de la negociación. "Al final, EEUU no está siendo capaz de llegar a un acuerdo con casi ningún país", sostiene Poitiers. "Es una maniobra para sentirse en el control después de posponer la entrada en vigor de aranceles", añade.
La deriva apunta a varios escenarios posibles. Uno en el que se cierre un acuerdo a tiempo para el arranque del próximo mes. Otro en el que se lleva a subsiguientes prórrogas de la tregua arancelaria ya concedida en mayo, en aras de continuar una negociación que no llega a satisfacer a ninguna de las partes. Y una tercera opción en la que se imponen los aranceles del 30% y Trump se asigna ese incremento de los beneficios comerciales para llevar a cabo su reforma fiscal. Pero a cambio tendrá que lidiar con las tandas de represalias que la UE preparará como respuesta para equilibrar la relación con Washington.
Posibles derivas
El hecho de que la UE aplique o no represalias tendrá que ver con la evolución de la inflación. Si no hay medidas de respuesta a los aranceles de Trump se producirá una desinflación, por la caída de la demanda de las exportaciones, apunta la experta del CEPS. "Es una de las razones por las que el BCE quiere bajar tipos, para amortiguar el impacto de la demanda externa", asegura.
Si se produce, como parece que será, la entrada en vigor de represalias desde Bruselas los niveles de precios incrementarán. "Especialmente si se centran en los bienes intermedios", apunta la experta del CEPS que pronostica una ardua tarea para el BCE. Al final la UE se encuentra en una postura de relativa debilidad, abogando por negociaciones, pero con una respuesta claramente rezagada frente a las ofensivas de Trump.
Políticamente, se trata de una situación muy difícil desde la perspectiva de la UE. La postura errática y agresiva adoptada por Trump, combinada con la limitada capacidad de la UE para contrarrestarla eficazmente, crea una impresión de debilidad de la UE. "Participar en una guerra comercial -incluso si pudiera enmarcarse políticamente como una «respuesta fuerte o adecuada»- probablemente sería económicamente perjudicial para la UE", sostiene la experta del CEPS.
Los aranceles acaban perjudicando a los consumidores del país que los impone. "En Estados Unidos, los precios ya están subiendo -acaban de publicarse nuevos datos-, y es probable que sigan aumentando a medida que disminuyan las existencias y se apliquen más aranceles, lo que podría incluso provocar escasez de productos. Puede que los efectos aún no sean del todo visibles, porque los aranceles se anticiparon y el periodo de suspensión permitió acumular más existencias, pero llegarán", pronostica Alcidi.