
El debate sobre la posibilidad de una inminente guerra de divisas gana cada vez más fuerza. Todas las miradas se dirigen hacia Japón debido a su campaña para debilitar el yen a través de un banco central más agresivo. Y mientras, en Europa, crecen las voces de alerta ante la fortaleza inusitada del euro y los peligros que ello supone para la economía de la Eurozona. ¿Podría ser el euro el siguiente en unirse a esta guerra? ¿Cuál debe ser el papel del BCE? Draghi: las nubes más negras ya han desaparecido.
Hace seis meses nadie hubiese pensado que a principios de 2013 el euro se ubicaría entre las monedas más fuertes del mundo. En este periodo, la divisa comunitaria se anota una ganancia del 10% en su cambio con el billete verde y del 25% frente al yen.
La moneda única llegó a marcar un mínimo de 1,2 dólares en julio. Fue poco antes de que el presidente del BCE, Mario Draghi, anunciara que haría "lo que fuese" por salvar el euro a finales de ese mes y que reiterara ese mensaje con el anuncio de un nuevo plan de compra de deuda en caso de que un país lo solicitara, a principios de septiembre. Un plan que nunca se ha activado, pero que ha ayudado a relajar las primas de riesgo y que, en paralelo, ha provocado una subida sostenida del euro en los mercados.
Una moneda débil convierte las exportaciones en más competitivas. Por tanto una moneda fuerte, un euro fuerte, amenaza con estrangular prácticamente la única fuente de crecimiento. Para muchos, la devaluación competitiva se ha convertido en una opción ante la necesidad de encontrar nuevas fuentes de crecimiento.
Sin preocupaciones
Preguntado expresamente hace dos semanas, Draghi dijo no se plantea ninguna meta para el tipo de cambio del euro, y concluyó que la tasa de cambio efectiva se mantiene en línea con su media a largo. Ahora bien, también aludió al compromiso de 2009 de los bancos centrales del G-20 de "abstenerse de toda devaluación competitiva de las monedas".
En este contexto, piensa el Financial Times, el BCE necesita tener preparado un plan de emergencia. Podría, por ejemplo, ofrecer más liquidez a largo plazo o impulsar tipos de interés más bajos. E incluso ir más allá y llegar a los tipos negativos para la facilidad de depósitos, lo que obligaría a los bancos a pagar por aparcar su dinero en el BCE.
La advertencia de Rusia
La semana pasada fue Rusia quien lanzó su advertencia ante una nueva guerra de divisas ante los planes de Japón. Piensa que si el país continúa buscando una moneda más débil, las devaluaciones recíprocas perjudicarán a la economía global. Algo parecido a un riesgo a "empobrecer al vecino", añadió James Bullard, de la Reserva Federal de St. Louis.
La advertencia del primer vicepresidente del banco central ruso, Alexei Ulyukayev, llegó un día después de la alerta del todavía presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, que lamentó que el euro está "a un nivel peligrosamente alto.
El último en sumarse a la lista de autoridades de bancos centrales que advierten sobre la amenaza de una "guerra cambiaria" es el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann. Ayer mismo, reclamó a Japón no "politizar" su tipo de cambio mediante la aplicación de una política monetaria excesivamente agresiva. Y alertó de que la presión del nuevo Gobierno japonés para disponer de mayores estímulos pone en peligro la independencia del Banco Central nipón.