
Una prolongada y dolorosa resaca de la gran crisis financiera, una pandemia que paralizó al mundo entero, una guerra en Ucrania que ha tenido consecuencias energéticas a escala global y ahora... Donald Trump está de vuelta en la Casa Blanca. La secuencia es de vértigo y puede ayudar a entender los vaivenes que han protagonizado y siguen protagonizando los mercados. Sin embargo, detrás del vaivén de titulares, parece estar 'cociéndose' algo más grande advierten los estrategas del instituto de inversión de BlackRock. Como avanzadilla investigadora de la mayor gestora del mundo, manejando más de 11 billones de dólares en activos bajo gestión, según datos 2025, su aviso no debe caer en saco roto.
"Varias anomalías del mercado este año refuerzan nuestra convicción de que no se trata solo de otro ciclo económico, sino de una transformación económica con un final desconocido", señala en su último informe semanal el equipo de estrategas del BlackRock Investment Institute (BII) encabezado por la estratega jefe Wei Li. La que más destacan estos analistas está en la deuda de EEUU, la más observada del mundo. Los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense a 30 años han aumentado, incluso cuando los rendimientos de los bonos del Tesoro a dos años han caído, una situación inusual que refleja el deseo de los inversores de obtener una mayor compensación por mantener bonos a largo plazo.
Lo fácil, defienden estos analistas, es 'echarle la culpa' a los eventos más mediáticos, como ha sido estos meses la guerra comercial. Sin embargo, aunque la incertidumbre comercial alcanzó máximos históricos y los mercados estuvieron muy agitados en abril, esto no se tradujo en una volatilidad sostenida. De hecho, la volatilidad implícita de los bonos y las acciones cayó a mínimos de varios años, según datos de Bank of America (BofA). "Los mercados han ignorado en gran medida los aranceles: aunque son más altos que a principios de año, ahora son mucho más bajos de lo que los mercados temían inicialmente", enfatizan Li y los suyos.
Estos giros y vueltas, sostienen desde la gestora, muestran lo importante que es "ver más allá del ruido y utilizar un marco para entender el panorama general". De lo sucedido en lo transcurrido de 2025, los estrategas de BlackRock han aprendido tres lecciones para el resto del año que enumeran en su informe semanal.
La primera de ellas es que, en medio de todo el ruido, ha valido la pena confiar en las "leyes económicas inmutables" que impiden que el mundo cambie rápidamente, se reivindican: "Eso nos permitió aprovechar las oportunidades tácticas creadas por los cambios de opinión, mientras los mercados intentaban deducir qué significaban los datos a corto plazo para la trayectoria de la economía".
Un ejemplo ligado precisamente a los aranceles: las acciones cayeron y los rendimientos se dispararon después del 2 de abril (Día de la Liberación), pero en el departamento de investigación de la gestora confiaron en que las leyes inmutables -como que la sostenibilidad de la deuda estadounidense depende de una financiación extranjera estable- impedirían la postura maximalista propuesta en materia de aranceles, por lo que rápidamente volvieron a asumir riesgos antes de que mejorara el sentimiento.
Otro ejemplo: las acciones europeas superaron a las estadounidenses durante gran parte del primer semestre, ya que los mercados cuestionaban el atractivo a largo plazo de los activos estadounidenses. "Reconocimos que el orden financiero mundial no podía reconfigurarse rápidamente, y las acciones estadounidenses ahora se han recuperado. Apostar por estos cambios ha sido una de las estrategias tácticas con mejor rendimiento en 2025", presumen.

La segunda lección es que la exposición a las megatendencias, como ellos las definen, debe ser reflexiva, no indiscriminada. Y el ejemplo más claro es el fervor en torno a la Inteligencia Artificial: "Creemos que las megatendencias como la IA serán factores clave para la rentabilidad, pero para aprovecharlas es necesario realizar un seguimiento constante de su evolución y de los mercados que las han incorporado a sus precios".
En su análisis más sesudo sobre la IA, desde el BII identifican tres fases, situando la primera en el momento actual: desarrollo, adopción y transformación: "El enorme gasto en IA está impulsando las oportunidades de inversión en la fase de construcción, pero las oportunidades serán diferentes en las dos últimas fases, que pueden tardar en llegar, si es que llegan. Esta incertidumbre exige adaptabilidad a la información que se recibe". El equipo de Li incide, por ejemplo, en la necesidad de reevaluar la inversión tecnológica en EEUU después de que el modelo DeepSeek de China, aparentemente más eficiente, provocara una caída de las acciones tecnológicas.
La tercera lección, y no por ello menos importante, es que los diversificadores fiables son más escasos en un mundo cambiante. Como ha quedado demostrado, subrayan, los inversores ya no pueden confiar en los bonos del Tesoro estadounidense a largo plazo para ofrecer protección durante las ventas masivas de acciones.
Las anomalías antes referidas son reveladoras para estos analistas: "Los movimientos de los rendimientos han roto con las normas previas a la pandemia, ya que han aumentado las preocupaciones fiscales, con un aumento de los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense a 30 años y una caída de los rendimientos a dos años, lo que refuerza nuestra preferencia por los bonos del Tesoro a corto plazo. Los rendimientos globales reflejan este patrón, aunque la debilidad del dólar proporciona cierto colchón a los inversores estadounidenses".
Por otro lado, continúan, el oro se ha disparado, ya que los inversores buscan otras formas de construir carteras resilientes. De hecho, apostillan, los bancos centrales extranjeros poseen ahora más oro que bonos del Tesoro estadounidense, según datos de Bloomberg. "Creemos que el bitcoin, las estrategias de los fondos de cobertura y los activos privados también pueden proporcionar diversificación", remachan Li y su equipo.
A modo de síntesis, concluye el informe de BlackRock, "el mundo no puede cambiar de la noche a la mañana, pero la confianza sí. Las megatendencias requieren un seguimiento constante. Y los inversores deben encontrar nuevas fuentes de resiliencia a medida que las opciones de diversificación se vuelven más escasas".