
El producto perfecto de inversión, en mi opinión, sería que te dejaran inmovilizado durante una década el capital de un fondo (sin entradas ni salidas) y pudieras construir una selección de compañías de crecimiento con una alta retribución al accionista. La experiencia me reafirma en que las compañías que son un híbrido perfecto entre crecimiento y retribución acaban generando a sus accionistas remuneraciones inimaginables con el paso del tiempo. En una cartera compuesta por títulos que hoy retribuyen a sus accionistas en torno al 4%, el retorno por la vía del dividendo se situará cerca del 10% anual si las compañías que componen la selección son capaces de crecer cada año a una velocidad de crucero de doble dígito.
La magia del interés compuesto es fascinante. La rentabilidad por dividendo de esta misma cartera híbrida de crecimiento y dividendo se iría entre el 25% y el 30% en dos décadas. En realidad, esto último casi es impensable porque me cuesta ver que durante dos décadas sea acertada la construcción de una cartera imperturbable por el binomio crecimiento y dividendo. He visto pasar por estas selecciones a autopistas y telefónicas, mientras escucho muchas reflexiones sobre que el papel que ocupan hoy las eléctricas será claramente colonizado por las tecnológicas. Compañías estas últimas que, sin apenas retribuir al accionista, generan tanto flujo de caja que en el futuro acabaremos invirtiendo por su dividendo.
Otro buen ejemplo es Inditex. ¿Saben la rentabilidad por dividendo que generan los títulos que salieron a bolsa a comienzos de siglo? Un 40%. Sin embargo, esta misma semana ha presentado escaso crecimiento en ventas y recortado su sobresaliente margen ebit, por debajo del 20%. Cualquier señal de que el crecimiento de las ventas de Inditex se ralentiza es un peligro, aunque se compre con un interesante descuento sobre su multiplicador histórico de beneficios. La mejora media anual de las ventas de la gallega en el siglo supera el 13%, el 15% sin el Covid.
La rentabilidad por dividendo 'anclada', compañías que se tienen en cartera por la retribución a la que se compró, tiene su clarísima ventaja y alguna desventaja. Los títulos no se pueden vender. Si se necesita el dinero tiene más lógica pedir un crédito sobre la inversión, porque los costes son muy inferiores a la remuneración al accionista. Incluso a los herederos, si se dejan con la plusvalía del muerto (cuando el precio de adquisición pasa a ser el de la fecha del fallecido), habría que explicarles la rentabilidad que generan esos títulos sobre el precio de adquisición. Pero esto es un imposible cuando se cruza un BMW.
Una sugerencia en la defensa de la opa BBVA sobre Sabadell. Sacaría la lista de accionistas del banco vallesano que compraron por debajo 1,5 euros, con una rentabilidad por dividendo entre el 13% y el 50%. Si BBVA sube la oferta en metálico: vender es perder.