
El próximo lunes 17 de abril, todas las miradas de la comunicación y la política estarán puestas en un tribunal de Delaware. Como acusado se sentará la cadena Fox News, que se enfrenta a una multa de hasta 1.600 millones de dólares por difundir bulos sobre un supuesto robo de las elecciones de 2020, que perdió Donald Trump, a sabiendas de que dichas informaciones eran falsas. El caos pone sobre la mesa los límites de la libertad de expresión de los medios, y puede dejar un enorme agujero en las cuentas de la cadena que se ha convertido en el brazo mediático del Partido Republicano desde hace tres décadas.
La demanda la puso la empresa Dominion Voting, una firma que gestiona algunas de las máquinas utilizadas por varios estados de EEUU para votar (rellenando la papeleta a través de una pantalla digital, que luego imprime un comprobante con los votos emitidos) y recontar posteriormente esos votos. Tras la ajustada derrota de Trump en varios estados clave, el entonces presidente lanzó una campaña para denunciar supuestas irregularidades que rechazaron más de 60 tribunales ante la inexistencia de prueba alguna. La cadena Fox, en su papel como altavoz del partido de Trump, repitió esas alegaciones, acusando a esa empresa de manipular los votos como parte del abanico de hipotéticos fraudes, y Dominion respondió con una multimillonaria demanda por difamación.
En las instancias preliminares, los tribunales han rechazado las alegaciones de Fox de que tienen derecho a mentir como parte de la libertad de expresión, y de que algunos de sus programas se molestaron en explicar a los espectadores de que las acusaciones que se vertían en la propia cadena contra Dominion eran falsas. "No basta con poner algunos presentadores a decir la verdad sobre un asunto si otros se dedican a mentir" en otro programa un rato después, resumió un juez del Tribunal Supremo de Delaware, Eric Davis, en su auto elevando a juicio oral el caso.
La principal clave está en que los presentadores y directivos de la cadena sabían perfectamente que estaban mintiendo. En varios emails entre ellos, aportados como prueba, se ven a un directivo pidiendo a sus presentadores que dejaran de señalar las mentiras que decía Trump, porque "hacerle fact-check es malo para el negocio". Su presentador estrella, Tucker Carlson, señaló que la abogada de Trump en aquel momento, Sidney Powell, "está mintiendo, es una locura", pero aun así la siguió invitando a hablar sin confrontar ninguna de esas mentiras. Y el propio jefe de la cadena, Rupert Murdoch, afirmó "odiar" a su equipo de datos por ser los primeros en calcular, correctamente, que el demócrata Joe Biden había ganado el estado clave de Arizona.
Riesgo financiero
Si la cadena pierde el juicio, la multa a la que se podría enfrentar pondría en peligro su sostenibilidad. Según sus últimos datos financieros, la compañía tiene un patrimonio neto de 360 millones de dólares. Una multa de 1.600 millones, un 25% más que todos sus beneficios de 2022, sería un torpedo a la línea de flotación que dejaría a la firma en una situación delicada durante varios años, especialmente después de que ya vendiera en 2019 gran parte de sus activos a Disney para centrarse exclusivamente la parte de informativos. Y lo peor para ellos es que este es solo el primero de los casos a los que se enfrentan: en total, hay denuncias contra ellos por valor de 4.000 millones de dólares, todas ellas ramificaciones del tratamiento de las elecciones de 2020.
Como resultado, este miércoles un accionista puso la primera denuncia contra los directivos de la cadena por violar su deber fiduciario, es decir, por poner en peligro el negocio de la compañía. "FOX sabía, desde la Junta para abajo, que Fox News estaba dando información falsa y peligrosa sobre las elecciones presidenciales de 2020, pero FOX estaba más preocupada por las audiencias que por los daños a largo plazo por no decir la verdad al público", dice la denuncia.
El caso puede suponer un 'shock' para EEUU, donde las demandas por difamación o mentiras contra los medios de comunicación tienen que demostrar unos niveles de mala fe y conocimiento de la mentira tan altos y claros que estos casos rara vez pasan de las fases preliminares. El hecho de que los jueces hayan decidido avanzar hasta el juicio oral, algo ya de por sí extraordinario, indica que esta puede ser la excepción. Y una sentencia contra el medio obligaría a repensar el modelo de una compañía que se ha convertido en la voz más influyente sobre la política americana desde hace décadas.