
El éxito de Emmanuel Macron del pasado domingo es un triunfo sin precedentes. Con cero estructura de partido y un movimiento apenas de un año, el joven exministro de François Hollande logró el domingo convencer a 8,5 millones de franceses desde una posición ideológica de centro, en la que da por buenas las recetas liberales y europeístas de la economía, y también por buenas las formulas sociales en pro del Estado de Bienestar social del que tanto les gusta hacer gala a los franceses.
Sin embargo, y pese a que las encuestas le dan una intención de voto del 60%, por encima de su rival -la ultraderechista y eurófoba Marine Le Pen-, Macron tiene un gran reto, además de pulir su figura presidencial y de convencer de su capacidad para reformar, como se preguntan los inversores y los mercados financieros.
Ese reto, esa duda es qué ocurrirá con el líder de En Marcha una vez que gane las presidenciales y se enfrente a los comicios legislativos de junio. Porque Emmanuel Macron no cuenta con el respaldo de un partido. Hoy no tiene representantes en la Asamblea, y aunque este domingo republicanos y socialistas le brindaron su voto para la segunda vuelta, en Francia existe un modelo que no se da en otros países, y no es otro que la cohabitación. El sistema por el cual el inquilino del Elíseo tiene que compartir el Gobierno con un poder legislativo que corresponde a otra formación política.
En este sentido, En Marcha estudia presentar candidatos en las 577 circunscripciones con la esperanza de lograr también una sólida presencia en la Asamblea Nacional. De momento, la cercanía de estos comicios complica los movimientos del resto de partidos de cara a la segunda ronda de las presidenciales, en la medida en que ellos también se la jugarán en junio. El conservador François Fillon y el socialista Benoît Hamon pidieron el voto para Macron el domingo por la noche, aunque ya dejaron claro en su discurso que se trataba más de una maniobra "contra" Le Pen.
Por su parte, el político socialista Jean-Pierre Mignard, apoyo de Macron, reconoció que es momento de que En Marcha dé un paso más y deje de lado su aura de movimiento ciudadano para "convertirse en un partido político".
El perfil moderado de Macron favorece a priori que pueda tomar prestados los votos de simpatizantes de otros partidos. Ha prometido conformar un Gobierno con distintos perfiles, de los que destaca que la mitad habrán de proceder de la sociedad civil y no haber sido elegidos jamás candidatos, la paridad entre mujeres y hombres, y el compromiso con las prioridades del espíritu de En Marcha.
Su candidatura ya había logrado convencer antes de la primera vuelta a representantes socialistas, como Manuel Valls; centristas, como François Bayrou; y conservadores, como Dominique de Villepin. También ha logrado ganarse a barones provinciales como el alcalde de Lyon, el socialista Gérard Collomb. Sin embargo, Macron debe convencer a sectores de un electorado con los que no siempre se ha entendido. Su popularidad cae fuera de las grandes ciudades y, a día de hoy, muchos le siguen reprochando una personalidad elitista, que ya le acarreó problemas durante su etapa ministerial, cuando recriminó a los habitantes de una zona minera sus adicciones al alcohol y el tabaco.
El voto protesta
El perfil del votante del Frente Nacional tampoco es el mismo que el que era en 2002, cuando Jean-Marie Le Pen logró el pase a la segunda vuelta con el 16,88% de los votos. Entonces, le bastaron 4,8 millones de sufragios, mientras que su hija ha logrado convencer este domingo a 7,6 millones de ciudadanos. Uno de los éxitos de Marine Le Pen ha consistido en venderse como la candidata antisistema ante un electorado decepcionado con las dos grandes familias políticas que se han repartido el poder durante tres décadas. Un sondeo de Harris Interactive recoge que uno de cada cinco apoyos recibidos por Le Pen fue un voto de protesta.
Esta encuesta también apunta que un 46% de los votantes del izquierdista Jean-Luc Mélenchon, un 45% de los simpatizantes de Fillon y un 36% de los seguidores de Hamon no tienen previsto respaldar a ninguno de los dos candidatos.
Emmanuel Macron llamó el domingo a romper con un sistema que "no ha sabido responder a los problemas (de los ciudadanos) en más de 30 años" y a abrir "una nueva página de la historia política". "Sois la cara de la renovación. Sois la cara de la esperanza francesa", proclamó el líder de En Marcha ante sus exultantes seguidores.