
El proteccionismo económico se ha convertido en protagonista de la disputa electoral entre Hillary Clinton y Donald Trump en los últimos días de campaña, con la candidata demócrata acercandose a ese fenómeno para parar el ascenso en las encuestas de su contrincante republicano, quien se ha acercado mucho en la contienda en los últimos días desde que el FBI decidiese reabrir el caso de los correos electrónicos de Clinton, aunque finalmente la candidata demócrata ha sido exonerada.
En materia económica, lo cierto es que la demócrata Hillary Clinton implica la continuidad de la agenda marcada por el aún presidente Barack Obama. Con excepciones. La exsecretaria de Estado se ha visto obligada a adoptar una posición algo más proteccionista, aunque también apuesta por un fondo público de inversión de infraestructura por valor de 275.000 millones de dólares.
Un gasto que quiere neutralizar a través de subidas de impuestos a las rentas más altas para así no impactar el déficit público del país. Y todo ello sin dañar al empleo después del buen dato del mes de octubre, que dejó la tasa de paro en el 4,9 por ciento tras la creación de otros 161.000 puestos de trabajo.Los analistas señalan que Hillary Clinton será capaz de lograr una reforma del código fiscal, tal y como ha prometido en campaña, aunque el Capitolio siga dominado por los republicanos. En el caso del republicano, Donald Trump, su hoja de ruta es menos específica y promete bastante incertidumbre.
El empresario opta por masivos recortes de impuestos y simplificar el código tributario sobre los ingresos a tres tramos 12 por ciento, el 25 por ciento y el 33 por ciento. También busca una inversión en infraestructuras por valor de 500.000 millones de dólares para los próximos años, así como la revisión de tratados comerciales con otros países y la imposición de tarifas a productos importados de México y China. Los expertos aseguran que sin recortes drásticos de gasto público, su agenda económica sólo impulsará la economía de forma momentánea y acabará provocando una crisis fiscal a medio plazo.
A nivel energético también hay grandes diferencias. La visión de Trump es la de unos Estados Unidos en los que los pozos petroleros vuelven a perforar furiosamente; en el que los mineros regresen a las minas de carbón; y en el que el país sitúa a su propia economía por delante de otros extranjeros preocupados por los efectos de los combustibles fósiles en el nivel del mar, en las sequías y en las tormentas.Clinton, por su parte, ve unos EEUU con 500 millones de casas con paneles solares, en los que el uso del petróleo se reduzca un tercio y el sector de energías limpias procure una abundante fuente de nuevo empleo apoyándose en la legislación del Gobierno.