Economía

El G-20 confía en que Pekín no seguirá con la devaluación continuada del yuan

Mesa de asistentes al G-20 presidida por China. Efe.

Al cierre de la reunión de los ministros de Economía y Finanzas, así como de los gobernadores centrales del Grupo de los 20, China, el país anfitrión, logró imponer cierta confianza entre los citados en Shanghai desde el pasado viernes. Un esfuerzo hilvanado desde un primer momento por el primer ministro chino Li Kequiang y el gobernador del Banco Popular Zhou Xiaochuan, quienes se encargaron de aclarar que las estrategias económicas de Pekín no dependen de una continuada devaluación del yuan. Mientras, los líderes mundiales esperan una mayor coordinación monetaria que evite nuevas sorpresas.

En este sentido, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Jack Lew, urgió al Gobierno chino a mejorar su comunicación con los mercados y a aumentar la influencia de los mismos a la hora de determinar el tipo de cambio de la divisa. "Es crucial que China continúe aumentando el peso del mercado a la hora de determinar su tipo de cambio y que aumente la transparencia de sus políticas relativas al mismo de manera ordenada, y comunique claramente sus acciones al mercado", dijo el alto funcionario estadounidense durante un encuentro con el viceprimer ministro chino, Wang Yang.

Recordemos que, desde el pasado verano, la segunda mayor economía del mundo generó el pánico con una devaluación de su divisa, que se ha repetido en distintas ocasiones, en un esfuerzo del Gobierno chino por frenar la fuga de capitales que sufre el país. Durante 2015, esta cifra alcanzó casi el billón de dólares, de ahí que el yuan se depreciase alrededor de un 5% en el conjunto del año pasado.

Eventos que han puesto en duda la capacidad del gigante asiático de lidiar con la situación, en un momento en que el ajuste de su economía sigue en marcha y donde muchos han puesto en duda que las reservas en divisas extranjeras chinas, que en estos momentos alcanzan los 3,2 billones de dólares (alrededor de 2.900 millones de euros), blinden al país de sufrir un aterrizaje forzado de su economía.

Planes de reforma

Aun así, el propio Zhou se encargó de aclarar a un foro de inversores antes del comienzo formal de las reuniones celebradas el pasado 26 y 27 de febrero que "no existe una base persistente para una devaluación del yuan desde la perspectiva de los fundamentos económicos". Por su parte, Li explicó en detalle a los responsables económicos del G-20 cuáles son sus planes de reformas estructurales durante una vídeo conferencia. El esfuerzo de Pekín surtió cierto efecto. Al menos en la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, quien al término de las reuniones el pasado fin de semana aseguró que el mensaje del Gobierno chino fue escuchado "alto y claro". "No hay intención, ni determinación, ni decisión alguna de devaluar el yuan".

Por su parte Lew valoró los esfuerzos del Ejecutivo chino para llevar a cabo la transición económica, a través de políticas fiscales y medidas para reducir el exceso de capacidad de la industria, si bien esperó ver la continuación de reformas en el sector financiero que refuercen la estabilidad en este ámbito. Dicho esto, existen ciertas reticencias y falta de transparencia a la hora de gestionar el valor cambiario en China. Oficialmente, según explicó Zhou, el banco central determina el valor del yuan según la evolución de hasta tres cestas de divisas ligadas a sus socios comerciales, aunque el dólar sigue siendo la que más peso tiene, según el gobernador del Banco Popular chino.

Sin embargo, según explicó al Wall Street Journal, David Loevinger, ex representante del Tesoro estadounidense en China, este modelo es un riesgo ya que no es transparente y permite a Pekín echar balones fuera cada vez que el yuan se devalúa.

Aumento de los riesgos

Los ministros de Economía y Finanzas del G-20, donde nuestro país acude como invitado, reconocieron al término de su reunión el pasado sábado en Shanghai que los riesgos para la economía global han aumentado. Entre ellos, llamó la atención la explícita mención a la posible salida de Reino Unido de la UE, el conocido como Brexit, un hecho que no se había incluido en versiones previas. Los allí convocados reconocieron que el continuo bombeo de liquidez y las políticas monetarias ultraacomodaticias, que en algunos casos como el europeo o el nipón experimentan ya con tipos de interés negativos, "no son suficientes por si solas para alcanzar un crecimiento equilibrado", rezó el comunicado. La posibilidad de un estímulo fiscal coordinado, como esperaban algunos, brilló por su ausencia.

Entre los riesgos a la baja, Osborne, el canciller británico, obligó al G-20 a mencionar el Brexit como una de las posibles bombas que amenaza con descarrilar la recuperación mundial. "Los volátiles flujos de capital, la fuerte caída de los precios de las materias primas, la escalada en las tensiones geopolíticas, el shock de una potencial salida de Reino Unido de la UE o el incremento de refugiados en algunas regiones", fueron la retahíla de riesgos mencionados.

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