
En el transcurso de la crisis de Grecia, Estados Unidos se ha mantenido al margen, adoptando un papel silencioso. Pero las interminables negociaciones entre el Gobierno heleno y sus acreedores internacionales han cansado a Washington, que ha puesto fin al pacto de silencio tácito para pedir resultados.
Hasta hace poco, el presidente Barack Obama y sus principales asesores financieros efectuaban pocas declaraciones públicas sobre la crisis de deuda de Grecia. Sin embargo, esta semana el secretario del Tesoro estadounidense, Jacob J. Lew, expresó su frustración ante el punto muerto a que han llegado las conversaciones entre Grecia y la antigua troika.
"Es un error pensar que un fracaso no tendrá repercusiones fuera de Grecia", afirmó Lew en un discurso en la London School of Economics. "No sabemos cuál será el alcance exacto", añadió.
El Gobierno de EEUU es consciente de que los dirigentes europeos, que criticaron a los estadounidenses por entrometerse en el pasado, consideran que la deuda griega es un asunto interno y reconoce que el Viejo Continente tiene la experiencia suficiente para resolver la disputa.
"Estados Unidos ha participado muy activamente desde un principio, pero la mayor parte de su accionar fue entre bambalinas", señaló Edwin Truman, que fuera subsecretario del Tesoro de asuntos internacionales bajo la presidencia de Bill Clinton.
Creciente preocupación
Pero eso se ha acabado y EEUU ha pasado a la acción, aunque no de una forma tan contundente como en 2012, cuando Barack Obama afirmó que las crisis de deuda europeas eran una "nube que avanzaba sobre el Atlántico". El Departamento del Tesoro estadounidense indicó que en la última semana, en concreto los días 22 y 27 de mayo, Lew ha hecho dos llamadas telefónicas al primer ministro griego Alexis Tsipras para manifestar la creciente preocupación de EEUU.
Lew ha exhortado a todas las partes a llegar a un acuerdo rápidamente, señalaron los funcionarios del Tesoro, y ha advertido que el no hacerlo profundizaría las penurias de Grecia y generaría una amplia incertidumbre para Europa y la economía mundial.
En junio Grecia tiene que hacer frente a pago al FMI por valor de 1.500 millones de euros. El primer vencimiento llega el próximo 5 de junio, pero Atenas ya ha anunciado que no dispone de fondos para cumplir con este compromiso financiero. Castigado por el desempleo y los bajos ingresos impositivos, el país no tiene ese dinero y sigue renegociando las condiciones del rescate con el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el FMI para obtener mejores términos y evitar la suspensión de pagos.
las negociaciones, muy avanzadas a día de ayer según aseguraron fuentes griegas, parecen ser confusas a día de hoy. El portavoz del Gobierno de Grecia, Gabriel Sakellaridis, asegura que espera un acuerdo antes del domingo. Más prudentes se muestran en la Comisión Europea al asegurar que quedan "elementos abiertos" en las negociaciones que deben ser resueltos.